#DossierBélico (22): La guerra por otros géneros

Por Federico Karstulovich

Caer sin invitación (la guerra por otros géneros)

Por Federico Karstulovich

Discusión, escaramuza, batalla, guerra hay hasta en un matrimonio. La guerra de Los Roses (Danny De Vito, 1989) puede dar plena fe de ello. No por eso aquella maravilla puede considerarse una película bélica. En todo caso será una película que reconoce pasajes, intensidades de un género. Y es que el bélico, además de ser un género con peso propio (un sustantivo, en palabras de Rick Altman) también es un adjetivo, que tiene la capacidad de imantarse a otros géneros canónicos (y no tanto) e inundarlos de cualidades propias. Es, si se quiere, uno de esos invitados inesperados (una suerte de party-crasher) que te caen tarde a la fiesta pero que tienen tanto pero tanto carisma que generan revuelos fenomenales. Y de repente, de un momento para otro, en medio de nubes voladoras de confetti, temas de Cristian Castro, Magneto y Rafaella Carrá, como quien no quiere, te diste cuenta que el tipo se adueñó del lugar. Bueno, el cine bélico puede hacer esas cosas cuando se relaciona con un material adecuado y poroso. El problema es la manera en la cual la fiesta se convierte en otra cosa gracias al invitado excéntrico. Porque (sigamos con Altman) a veces el invitado te impone los temas (invasión temática), o se apropia del espacio (iconografía) o influye sobre los otros invitados (arquetipos, personajes) o sencillamente le impone a la fiesta un tono audiovisual específico (forma, ritual escénico). El problema es que cuando impone todas esas cosas es muy dificil pensar que la fiesta es lo que era. Pero no siempre sucede.

Películas como Pequeños guerreros (Joe Dante, 1998), como Starship Troopers (Paul Verhoeven, 1996), Depredador (John McTiernan, 1987), Aliens (James Cameron, 1986), El dia de los muertos (George Romero, 1985), Deathdream (Bob Clark, 1972), Targets (Peter Bogdanovich, 1968) y muchas otras son ejemplos de esta “intervención divina” del género bélico sobre otros géneros y/o formaciones. La idea no es hacer una descripción minuciosa de esta taxonomía de las invasiones/ contaminaciones genéricas, sino, en todo caso, sacarles el jugo y entender por qué funcionan tan bien.

Películas como Targets y Daydream resultan hoy (a la luz de la hibridación genérica del cine de los 80s) una suerte de antecedente feliz de los cruces que la misma crisis del sistema de géneros empezaba a experimentar en los 70s y que decantaría en los 80s multigenéricos. En el caso particular de ambas el género bélico se cuela por la ventana de los temas: en ambas el componente bélico implica la inclusión de veteranos de la guerra de Vietnam e incorporarlos como móvil para el origen del terror social, que claramente se aleja de los terrores metafísicos a su vez que de los históricos mitos del género. En ambos casos el género bélico se vale y sirve para la denuncia pero en el marco del terror. Y de esta forma la intervención de un género sobre otro es más bien epidérmica. Pero ojo, no es motivo de crítica, sino apenas el intento de considerar una genealogía (que tampoco las tiene a estas películas como iniciadoras, sino apenas como muestra de un fenómeno que ya venía mostrando su cara casi una década antes, sino pensemos en el ciclo paranoico de la ciencia ficción y particularmente en La invasión de los ladrones de cuerpos, Don Siegel, 1956).

El caso de El dia de los muertos ya constituye de por si un acercamiento distinto. Porque si bien hay algo de la toma de materiales de un género y la contaminación para con el otro -dependiendo de las cualidades-, la película post-apocalíptica de Romero, en la cual los zombies se comportan como el peligro previsible en el marco del género de terror pero haciendo uso del espacio propiamente bélico, a lo que se suma la presencia de personajes explícitamente de este género, casi como si entre la primer parte de la saga y la tercera se hubiera producido una inversión: de la película gore con aspectos de crítica social a la película de crítica social que usa la máscara del bélico para construir una forma del gore moderno. El gore y la guerra, como bien sabemos, comparten varios puntos de contactos: la muerte y las vísceras. Y Romero se vale de eso para llevar a cabo una de las escenas de destripamiento más bestiales de la historia del género (o de ambos).

El tema es que si solo se tratara de incursiones sería cuestión de encontrar esos exponentes que carguen con casi todos los rasgos visibles de un género como el bélico pero a la vez que lo haga desde el interior de otro género (como ya había pasado en Alien entre el terror y la ciencia ficción). Por todo eso es interesante pensar con películas que están varios pasos adelantadas y qué hicieron las mismas para actualizar una contaminación genérica que, por un lado anticipa o corrobora (dependiendo del año de cada una de ellas) el inicio de la era de los híbridos y/o lo multigenérico. Películas como Aliens Depredador hablan de una primer etapa del proceso, películas como Starship troopers Pequeños guerreros hablan de una segunda etapa y películas como Star Trek: Sin límites, Guardianes de la Galaxia, Los Vengadores, Rogue One nos hablan de la naturalización del proceso de integración, acaso un nuevo contrato con el espectador del cine de género: que parezca pero que no se note (que el lo mismo que decir que los géneros se respiran, en una suerte de estado vaporoso, pero no se ven ni se palpan).

Aliens Depredador son dos grandes ejemplos de películas bélicas encubiertas en el envase de la ciencia ficción (en el primer caso con un conflicto literal con un ente no humano (una de las obsesiones de la ciencia ficción, sin dudas), en el segundo con una representación figurada -en términos políticos- de ese extraño en cuestión). Ambas películas pueden pensarse como incursiones intervencionistas (es el componente de “denuncia” que ambas tienen, indudablemente) pero también pueden evadirse de esa linealidad y ganar por la autonomía de su propio relato. Por eso se reconocen menos en el género bélico por su referencialidad temática/alusividad política que por su código formal. Y la realidad es que, excediendo el espacio de batalla y sus personajes, las películas de Cameron y McTiernan  expresan lo bélico como un problema de impregnación formal, por eso la presencia de ese género no necesita coartadas ideológicas o metáforas más o menos directas (y eso que las hay). Y esto sucede porque Cameron y McTiernan entienden que el cine no solo es forma en el sentido técnico, sino ritual escénico, es decir, codificación formal de un lenguaje mítico que nos conecta como espectadores con el núcleo duro de el aroma de un género sin racionalizarlo necesariamente . Y que los géneros están repletos de ellos (de los rituales, claro). Solo era cuestión de jugar con los espectadores y la intuición que estos pudieran tener de los distintos géneros en particular.

En el caso de Starship troopers y de Pequeños guerreros la lógica es excesiva (desde la sátira) y la impregnación del bélico es completa. Pero así como la película de Verhoeven se disfraza de propaganda fascista con una mezcla de lugares comunes de culebrón televisivo y película de acción-ciencia ficción clase B, la película de Dante (como ya lo había hecho previamente con la también brillante La segunda guerra civil) se viste de película para niños para en el fondo contar también procesos de confrontación de proyectos de mundo, en donde lo bélico se miniaturiza (literal y figurativamente), se integra a un molde que no lo parece. Porque el cine bélico es casi imposible sin que prevalezca una confrontacion, pero en ambos casos la confrontación resulta excesiva, distante, hiperbólica. Excederse como otra forma para negar a la superficie de un género. O acaso una manera de mutar hacia confines más imprecisos. En ambos casos la novedad está ya no solo en lo bélico como forma sino lo bélico como tono. O quizás lo que demuestran algunas de estas películas no es otra cosa que la finalización de un modo de comprender a los géneros y sus mutaciones. Y que quizás lo que fue central y canónico para un sistema de géneros ayer hoy apenas sea una circunstancia lateral, un tono, un aroma.

Hoy por hoy el cine bélico se muestra en esa clase de encrucijadas: o anclarse al pasado e intentar regular la pureza del propio arte del género. Algunos de los exponentes de los 70’s, 80’s y 90’s nos dan un panorama, por lo pronto, algo ha cambiado. En el posterior cierre de este dossier intentaremos pensar qué horizonte de posibilidades tiene eso que durante años dimos como sólido pero parece que no hizo otra cosa que desvanecerse en el aire

 

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