13 Reasons Why

Por Federico Karstulovich

13 Reasons Why
EE.UU., 2017, 13 capítulos de 49′ a 61′
Creada por Brian Yorkey
Con Dylan Minette, Katherine Langford, Miles Heizer, Brandon Flynn, Christian Navarro, Alisha Boe, Justice Prentice, Kate Walsh

Sé lo que hiciste el verano pasado

Por Federico Karstulovich

1.Concebida en el siglo XXI, con tecnología, historia e ideas detrás, la serie producida por Selena Gomez se comporta como un anacronismo caminante: está a la derecha de la frenología del siglo XIX. Es decir: una de las cosas más reaccionarias que podamos ver hoy en la tele.

2. En un mundo cada vez más atravesado por la información inmediata, 13 reasons why parece haberse concebido como una denuncia contra las llamadas sociedades de control. Logra todo lo contrario: hacer una abierta apología del control, de la vigilancia y de la autorepresión.

3. Organizada en torno a 13 capítulos en los que se aborda cada una de las 13 responsabilidades que llevan a la protagonista a suicidarse (no es spoiler: se enteran enseguida), nada de lo que se propone ahonda en el misterio, en la oscuridad o en la locura de la muerte sino todo lo contrario, la patologiza.

4. El mundo adolescente de 13RW no tiene nada que envidiarle al mundo protestante de los puritanos fundadores de la patria del norte. De hecho, el uso expreso de las redes sociales aparece no como una denuncia al aparato de hostigamiento ejercido entre adolescentes sino como una proyección vigilante del mismo: Facebook, Twitter, Instagram, Snapchat y otras son la contracara culposa del mundo privado que la serie necesita exponer como garante de una moralina de manual: no hay nada que ocultar en la vida privada que no se pueda justificar en la vida pública.

5. En 13RW se produce una mezcla de lo peor del policial de enigma (el del famoso whodunit) con lo peor del psicoanálisis de Wikipedia. El resultado es que todo componente de ese mundo rico y contradictorio que supone la adolescencia aquí termina convertido en una clasificación de síntomas (si hace X es porque hubo Y previamente, y así sucesivamete).

6. El mundo de 13RW es lineal, no es contradictorio, ni complejo ni irónico. Carece de sentido del humor. Y muestra una nula solidaridad para con sus personajes, a los cuales abandona a un tiroteo de culpabilidades cruzadas a las que jamás juzga, sino que las avala y las deja avanzar. Desde el reaccionario tagline “el crimen no paga” no recordaba tanta repartija de premios y castigos según la rectitud de conducta.

7. En su Poética del cine, específicamente en el capítulo llamado “Misterio y ministerio”, Raul Ruiz abogaba por un cine que no clarificara, sino que pusiera en escena la oscuridad, que nos confrontara con la imposibilidad de dar cuenta del sentido, proponiéndonos pensar que quizás no se pueda hablar de lo que no se sabe, no por censura, sino porque hay experiencias que no tienen palabras. Algo de esto entendió Gus Van Sant cuando dirigió Elephant y Last Days. 13RW está exactamente en el polo opuesto: explica todo, incluso lo que no puede explicar. Policialidad televisiva.

8. En virtud de búsqueda de la verdad sus personajes se encuentran consigo precisamente cuanto más niegan sus propias ambivalencias y contradicciones. Y no porque la serie propugne una conducta ideal, porque para la serie los personajes tienen “lados ocultos”. Pero contrario a preservarlos y ocultarlos de la mirada, los expone dos veces (ante la comunidad de personajes que pueblan la serie y ante los espectadores) como si el principio elemental de verdad (Schoppenhauer, Nietzche, Foucault vengan a hacerse la fiesta) fuese suficiente para vivir en comunidad.

9. La gran paradoja es que la serie se presenta como una denuncia ante la falta de empatía y solidaridad, y termina abogando por un mundo de tolerancias estériles, superficiales, en donde el mundo de las prácticas cotidianas entre personas quede reticulado en ghettos clasificables. No aboga por la coexistencia entre personas distintas, siquiera. Propugna un mundo de pax provisoria hasta que alguien dictamine lo contrario. ¿Y si en realidad fuera una metacrítica a su propio discurso?, se preguntan. No, no hay reflexividad en 13RW.

10. En El club de los cinco (John Hughes, 1986), película que partía de todos los lugares comunes de la High school movie, se llegaba a un final diametralmente opuesto, que bombardeaba el lugar común de partida. Esos adolescentes que el mainstream yanqui de los 80’s (y de las dos décadas anteriores también) caracterizaba de forma estereotipada no hacían otra cosa que revelar su potencia whitman-emersoniana: “Contengo multitudes”. El final de aquella gran película demostraba (y desmontaba) que podía reflexionarse sobre un mundo ajeno sin por eso proporcionar respuestas. 13RW parece querer proporcionarnos todas las respuestas posibles, apelando a un control riguroso sobre sus propios personajes. En esta serie de porquería nadie se salva. Pero eso no es expuesto como un problema, sino como un proceso de expiación.

11. La serie, a su vez, construye una idea de paternidad que atrasa dos siglos pero se viste con ropa actual. Es un mundo de padres represivos pero que en el fondo son progres y quieren lo mejor para sus hijos. Y, desde algún extraño lugar, la serie entiende que esto compone un arco dramático de cambio. No: parte de un mundo de represión para llegar a un mundo de control (y autocontrol). Los padres están en la cabeza. Se va de un lugar común a otro, quizás más novedoso: el progresismo y su virtud de la “tolerancia en comunidad” también puede ser una forma indirecta de la anempatía más salvaje.

12. La serie desarrolla a lo largo de 13 capítulos una serie de sentencias que organizan un camino, similar a un vía crucis (no por nada el co-protagonista es el responsable de la posta 14). Cuando nos dimos cuenta, estábamos en medio de un cuento religioso, una pasión pagana, carente de liturgia, pero recorrido crístico en sí. La serie no solo no elude ese costado, sino que alienta el morbo desde el costado más violento: la forma de mostrar el suicidio es ritualizada, en vez de humanizada. No hay una mirada que cuide a la pobre/insoportable Hannah.

13. La promesa de una potencial continuación, centrada en el fotógrafo de la serie (no casualmente el que todo lo mira, registra, observa) sometido a constantes hostigamientos (sí, bullying, me evité esta palabra hasta el final), es la expresión más cabal del mundo neo-puritano que muestra el mundo de 13RW: hay que mirar(lo) todo, estar atento a cada uno de los movimientos. Durmamos la paz de los cementerios mientras miles de ojos nos vigilan. Una mierda.

¿Te gustó lo que leíste? Ayudanos con un Cafecito.

Invitame un café en cafecito.app

Comparte este artículo

Otros ArtÍculos Recientes

Enterate de todo...

Recibí gratis todas las novedades en tu correo a través de nuestro Newsletter