Rules don’t apply
Warren dejó de ser el niño mimado -en la cresta de la ola de Hollywood- al que todos querían complacer (y al que le pedían que concretara esta biopic que estaba llamado a filmar del hombre inclasificable que acababa de morir) y se transformó en un “anciano” molesto, incomodo e indeseable. En un gesto consciente, como si hubiese esperado todo ese tiempo para terminar de mimetizarse con esa criatura terrible que fue Hughes.