Carol
Todd Haynes es un especialista en exponer los sentimientos que se generan tras armados inclasificables, pasiones e intensidades que exceden la pareja. Lo hace, no obstante, a partir de dos criterios aparentemente antagónicos pero, en el fondo, complementarios de su cine: por un lado la depuración expresiva propia de la economía gestual, o por otro el exceso artificioso, casi manierista, poniendo toda la carne junta en el asador. En ambos casos la puesta en escena se concentra, como pocos directores actuales lo hacen, en decir todo lo que los personajes callan o en decir lo que el exhibicionismo de los personajes tiende a esconder en el fondo.