La vida de Adele
La gente llega. De manera inesperada, con raptos imprevisibles. Se instala y se va. Como demonio de Tasmania. En La mujer de la próxima puerta (Truffaut, 1982) se producía una atracción físico-química entre dos entidades como si fuesen planetas chocando. Aquel director reelaboraba una tradición excesiva y desesperada del melodrama e intentaba hacer una actualización doctrinaria. De hecho el melodrama se lleva demasiado bien con la exageración, el exceso, el grito, las lágrimas a raudales.