Una mujer, una vida
En realidad, el film de Brizé es una andanada incesante de flashforwards y flashbacks y elipsis y voces en off y un piano que suena de a ratos, enmarcados dentro de una elección formal que incluye todo tipo de planos: planos fijos cerrados y abiertos, algún que otro plano alejado, ninguna panorámica, primeros planos, planos medios, un solo travelling, los consabidos planos contraplanos, y un absoluto fuera de campo de la vida de Jeanne antes de volver del convento donde ha pasado buena parte de su niñez y adolescencia –imaginamos- porque de su estancia en ese lugar no sabemos absolutamente nada, ni siquiera cuantos años transcurrió allí, en compañía de quienes, como fue su educación, y demás cosas.