Sombras tenebrosas
Cada tanto aparece el mentado fantasmita del consenso crítico. El espectro supone la insólita idea de que a la salida de las películas los críticos nos ponemos de acuerdo y nos abroquelamos de un modo u otro frente a una película-evento. La fantasía no solo es maniquea y poco realista sino ingenua. Así y todo el consenso crítico existe pero no como un bloque homogéneo sino como una asociación implícita frente a determinadas películas, actores, directores, géneros. Es un consenso que se formula en el aire: supone un zeitgeist, un clima que se huele. Y vira hacia tal o cual lado cuando una voz disonante plantea un disenso convincente. Ojo: esto no quiere decir que el llamado “consenso” suceda siempre. Pero suceder sucede. Y suele ser un excelente compañero de eso que Javier Porta Fouz llamaba -en su crítica sobre Apocalypto cuando hablaba de la recepción crítica de ciertas películas- crítica con alto contenido lipídico, que no es ni más ni menos que la crítica que escribe en automático, ya sea para la celebración como para la destrucción masiva.