Un bello sol interior
Nada nuevo pareciera asomar entonces en esta historia en la que quien anda dando vueltas es el dios del amor y la seducción, ese dios que está en todos lados pero atiende en París, como lo demuestran, entre otros, los Fragmentos de un discurso amoroso, el celebérrimo texto de Roland Barthes del que la película vendría a ser una suerte de versión libre y a los que como ningún otro cineasta Claire Denis estaba en condiciones de llevar a la pantalla.