Stranger Things 2

Stranger Things 2

La decepcionante segunda temporada de Stranger Things (intitulada con pésimo tino “Stranger things 2”, si, como “Los exterminators”) no solo desarrolla una amnesia galopante con respecto a la primer temporada sino que haya podría pensarse como su perfecta contracara: lo que en la primera temporada es misterio, aquí es revelación prematura, lo que en aquella es limitación informativa aquí es multiplicación de líneas dramáticas sin cerrar o sin un crecimiento o cuidado adecuado, lo que en la primera es invisibilidad y pudor de las referencias culturales del mundo pop aquí es una aplanadora de exhibicionismo posmoderno.

El Último Traje
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El último traje

El mayor problema de El último traje, entonces, es que no sabe cómo construir emociones con las cosas, como construir afectos dramáticos. Y los reemplaza con palabras, con extremidades lacrimógenas con forma de flashbacks y con algún que otro genuino momento de emoción (el lugar dramático que adquiere la calle cerrada con acceso a la vivienda en la que el protagonista salva su vida tras escapar del campo de concentración es una de las mejores cosas que tiene la película).

Wonderstruck
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Wonderstruck

Una cierta idea de juego atraviesa Wonderstruck. De juego asociado con la maravilla, de pequeño y puntilloso trabajo de cajas chinas, de filigrana y firulete gratuito y autosuficiente. Una historia se refleja en la otra, un espacio se abre en tiempos diferentes, cada cosa que pasa despierta ecos en otro lado. La arquitectura caprichosa de Haynes por momentos se pasa un poco de manierista (pero es una película de Haynes, ¡vamos!), por momentos se pone un poco cansadora (de acá para allá, de allá para acá, todo interrumpido en un ir y venir que llega a ponerse un poco mecánico), tarda bastante en arrancar pero esconde también varias ideas.

Fin del Contenido

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