La puerta del cielo
Hay una primera tentación al hablar sobre la monumental película de Cimino, un atajo que de tan cómodo y previsible convendría evitar, y es su condición de película maldita. Los hechos son conocidos, y es lo primero, casi lo único que aparece apenas se busca algo en la red: que su presupuesto salido de las manos logró quebrar a United Artists, que al sexto día de filmación ya llevaba cinco de retraso, que fue el comienzo de la caída del propio director y del resto del New Hollywood y sus caprichos (Coppola y One from the Heart se encargarían de terminar el trabajo) son todos datos que exceden a la propia película, a los que el tiempo se encargó de poner en el exacto lugar inocuo que tal vez siempre merecieron. Se sabe, al relato histórico le convienen las injusticias así como a la cinefilia le gustan las causas perdidas, y a casi cuarenta años de su aparición su conversión de fracaso estrepitoso en objeto de culto no debiera sorprender a nadie.