Cine Club Perro Blanco – Comunidad De Espectadores: La Nube Errante

Cine club Perro Blanco – Comunidad de espectadores: La nube errante

La sexta película que vimos y trabajamos fue la feliz y melancólica La nube errante. En nuestro segundo mes de cineclub el tema que se impone es el de los géneros (de todo tipo y forma). Aquí vuelve el musical, pero también ingresa el porno y algunas otras cosas. Si bien la exhibimos en el marco del curso “Géneros” de Comunidad de espectadores, con La nube errante nos fue inevitable volver al mes anterior, cuando pensamos “Espacios”. Es que para comprender esa película -y podríamos decir la totalidad de la filmografía de Tsai Ming Liang- es inevitable referirse a cómo el director taiwanés elige las locaciones de sus películas y hace circular a sus criaturas dentro del plano.

Leaving Neverland
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Leaving Neverland

Cuando comencé a ver Leaving Neverland me sospeché, para que negarlo, el mayor de los sensacionalismos. Al igual que las derivaciones amarillistas del #MeToo creí que iba a encontrarme con ese lugar cómodo que la indignación fácil provee a los espectadores: asumir posiciones, estar de tal o cual lado, borronear cualquier posible complejidad a la hora de establecer responsabilidades sobre los hechos. Pero no, Leaving Neverland , si bien no deja de ser un documental de entrevistas, es cierto, es lo que es no por la potencia de lo que se dice sino por la sensibilidad narrativa del cómo, por la sensibilidad del acercamiento.

Jonas Mekas, Instantes De Belleza
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Jonas Mekas, instantes de belleza

Jonas Mekas tenía 96 años, pero su carácter inquieto e hiperactivo nos hizo fantasear a muchos con la posibilidad de su existencia terrenal eterna, un acto de justicia poética que desafiaría a la biología. Pero como Borges ha señalado, no hay mayor prisión imaginable para un hombre que la posibilidad de la vida eterna, por lo que incluso a los héroes hay que dejarlos descansar en paz.

La Economía Eastwoodiana
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La economía eastwoodiana

Si hay algo fascinante del cine de Clint es esa engañosa y extraordinaria simplicidad. Todo ocurre en una superficie anecdótica, cotidiana, habitada por dramas modestos que no necesitan ser puntuados o apuntalados por algún inconsciente musical wagneriano. Conflictos personales que a simple vista no llegan a hacer olas en la trama de la vida de nadie más allá de la familia. Pero en este gesto tan despojado, casi chejoviano, está el proyecto de una forma muy personal y lograda de realismo basada una concepción profundamente humanista de la vida. Ese humanismo se manifiesta en La mula en varios frentes.

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