#Diálogos: El Irlandés
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#Diálogos: El irlandés

Finalmente se estrenó a medias la última película de Scorsese. Y contrario a la épica que todos esperábamos se destapó con una película sobria, melancólica, triste y mortuoria, que reflexiona también sobre el propio cine del director, sobre el cine de gangsters en general pero también sobre la historia contemporánea de los EE.UU., aunque de manera lateral. Con el entusiasmo encima, antes del estreno en Netflix, nos dispusimos a verla. Este fue el resultado.

Tommaso
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Tommaso

Sin que ningún gesto demasiado brusco lo hiciera prever, Ferrara se despacha con una película que tiene como centro inefable el mundo de la intimidad. En realidad era difícil pensar en el director haciendo algo semejante unos cuantos años atrás, cuando su cultivado malditismo indagaba más bien en el corazón de las calles peligrosas, en los rincones olvidados, en la belleza oscura de una ciudad que se hundía arrastrando todo lo que por ella reptaba, respiraba o se afanaba por salir a flote, a veces con visible resignación, siempre sin la menor queja. Pero desde hace no tanto tiempo, con un Willem Dafoe más obstinado que nunca en su máscara de náufrago impenitente, Ferrara parece haber encontrado otra veta para un mismo destilado de almas dolidas cuyo fin último quizá no sea otro que el de pegar arañazos en el aire y abrazar con el último aliento la posibilidad de una improbable redención.

Mar Del Plata 2019 – Diario De Festival (10)
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Mar del Plata 2019 – Diario de festival (10)

Y mi intuición me llevó, dentro de lo poco que vi en 4 días, a tres películas difíciles como ellas solas. Películas herméticas, cerradas sobre si, demandantes de un público atento. Y es que cada una de ellas, con diferencias, claro, se reconoce en la tradición de un cine de autor programático, duro, sistemático en sus decisiones y formas, pero también usualmente antinarrativo, refractario a las convenciones del lenguaje clásico. Lo curioso es que esta clase de programáticas retornan en 2019 como portadoras de alguna clase de novedad, como alguna composición de vanguardia. Y a los efectos prácticos terminan siendo exactamente su inversión: una apuesta a la retaguardia, a las safe zones del autorismo, que al día de hoy prosigue con sus promesas de ruptura (como si el cine de autor no pudiera manifestarse dentro de la industria y el cine de autor no fuera también un ghetto, una industria en si, con otros espectadores pero industria al final de cuentas).

Fin del Contenido

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