El Robo Del Siglo
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El robo del siglo

Lo cierto es que donde mejor funciona El robo del siglo es en su aspecto más “profesional”, en cómo retrata el laburo de un grupo de tipos que detectan una oportunidad única, con un plan que se va construyendo progresivamente y revelándose ante los ojos de los espectadores a medida que avanza la trama. Es por esta vía que el film va desplegando con mayor efectividad sus distintas superficies, que incluyen dosis puntuales de comedia, la tensión mientras se van ejecutando las distintas fases del robo y el juego con el artificio dentro del artificio, la puesta en escena/engaño del hecho real aplicada a la materialidad cinematográfica. Lo contrario sucede cuando la película quiere construir un marco afectivo y moral que justifique a los protagonistas: tanto las líneas de diálogo que enuncia el cerebro detrás del golpe que interpreta Diego Peretti, explicando la necesidad de un equilibrio cuasi justiciero; como las escenas del profesional del robo que encarna Guillermo Francella con su hija, queriendo mostrar que la quiere a pesar de mentirle, lucen cuando menos forzadas y hasta culposas.

The Lighthouse
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The Lighthouse

Que el desdoblamiento del sujeto. Que la metáfora de Proteo y Prometeo. Que la alegoría de la muerte y el ingreso a los cielos. Que el choque generacional (incluyendo el choque paternofilial). Que Polanski. Que “Es el Ambrose Bierce de El puente sobre el río del buho”. Que Bergman. Que Tarkovski. Que Dreyer. Que el expresionismo. Dios, chicos: no vaya a ser que se les escape un mitologema. Pareciera que estuvieran encerrados en una habitación entre Faretta y Alsina Thevenet. Como si el sistema de referencias (más o menos obvias, más o menos visibles) hablara más de los críticos sobreactuando un hype imposible con esta película que sobre la película en si, que dicho sea de paso, hace ingresar de manera definitiva a Robert Eggers en el club de los vendedores de humo y filmadores profesionales de la belleza.
Esta va a ser una anticrítica. No pienso hacer una sola mención al argumento de la película, a sus personajes, a la realización formal con impecable fortografía, extraordinarias actuaciones y una puesta de cámara precisa y elegante. Para eso están las gacetillas. Si buscan una celebración exagerada no sigan leyendo.

#Polémica: Jojo Rabbit (En Contra)
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#Polémica: Jojo Rabbit (en contra)

La angustia de las influencias pone presión sobre nuevos realizadores. De repente tienen la obligación de hacer una obra maestra como las que hicieron sus maestros. Pero quizás olviden (o desconozcan) que sus antepasados no tenían esa idea a la hora de filmar. La demanda de novedad y de autoría parece ser un problema que tipos como John Ford o Howard Hawks no parecen haber sufrido. Por el contrario -y más específicamente en los directores que debutaron después de la década del 70- al ser conscientes de su lugar en el cine (muchos de ellos trabajando en géneros populares como el terror, la comedia, la acción, etc) en algún momento sienten la necesidad de transcender, como si una demanda de reconocimiento los persiguiera. El gesto de la autoría demandada es que disfraza de complejidad y mirada personal muchas ideas que en el fondo no son más que mediocres y temerosas miradas sobre el mundo. Esto le termina pasando a Waititi con Jojo Rabbit.

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