The Outsider (parte I)
The Outsider (promocionada como El visitante) tiene y no tiene lo que hay que tener. Perdón? Si, lo que hay que tener para ser uno de esos eventos audiovisuales. Por un lado tiene una premisa lo suficientemente atractiva como para generar un punto de anclaje necesario. Al mismo tiempo no tiene eso que muchos otros “eventos” supieron construir: una empatía necesaria con los personajes, una sensación de pertenencia a un tiempo específico narrado o una interlocución cultural (competencia lingüística) suficiente como para que eso que llamamos el público cautivo esté a la expectativa. Algo de todo esto es bueno y es malo. Lo bueno es que esa traición despeja en buena medida a los serie-goers que necesitados del evento generan un atractivo que gira mucho más en torno a la periferia de la serie que a la serie en si. Lo malo es que esa ausencia de evento también habilita a que la serie experimente con salidas imprecisas de ese mundo de demandas conocidas que todo género provee.