Dark Waters
Hay directores que toman riesgos cambiando universos personales y tono, que prueban cosas nuevas, pero lo de Haynes es otra cosa: el hombre renuncia a su mundo por nada, por una película que se agota toda en el cuento a lo David y Goliat. Dark Waters está diseñada para producir unos efectos muy precisos: indignación, toma de conciencia, compromiso. Un par de Oscars, tal vez (no se dio). Pero de pasarla bien nada. Un cine que queda bien hacer y ver. Si algo tuvo la filmografía un poco despareja de Todd Haynes fue, justamente, la generosidad con la que se invitaba al espectador a disfrutar de las historias siempre excesivas, con un tratamiento exagerado de los estereotipos, que exhibían gustosas superficies coloridas y apropiaciones del melodrama. Dark Waters, en cambio, no sabe lo que es jugar.