Dossier Estudio Ghibli (Iii): Porco Rosso
| |

Dossier Estudio Ghibli (III): Porco Rosso

Aun con un componente fantástico -firma distintiva y autoral de HM– esta vez, es muy poco el condicionamiento que Miyazaki le da a la fantasía como mecanismo de acción. Que el personaje tenga rostro de cerdo, únicamente justifica su comportamiento casi ermitaño y antisocial, que no lo condicionan del todo a la hora de tener carácter mujeriego y playboy. En Porco Rosso, Miyazaki construye una suerte de alter ego, un héroe de antaño, influenciado por el cine negro estadounidense, y las comedias italianas de los años 60 y 70. De hecho, el film, es posiblemente el que más se acerca a una comedia de aventuras tradicional, que a un melodrama trágico-espiritual como suele relatar el cineasta.

Torso (Sergio Martino, 1973)
|

Torso (Sergio Martino, 1973)

Torso no es el único nombre con el que se conoce a esta película (de hecho buena parte de las producciones italianas de terror de los 60s-70’s adoptaron la modalidad de contar con varios nombres a la vez para el mercado internacional), sino que tiene otro título con el que se la conoce, característico de ciertos giallos, en donde la extensión de los títulos de las películas construían el clima previo a la película. Torso también fue conocida como Los cuerpos presentan trazos de violencia carnal. Sin ir más lejos, el título corto me retrotrae a Pieces (1982) de Juan Piquer Simon (también conocida como Mil gritos tiene la noche), acaso el primer slasher en la historia del terror español, película que además supo ser prohibida por su violencia perturbadora. En cambio Los cuerpos presentan trazos de violencia carnal, presume una aparente sutileza -acaso mayor que la del simple y directo Torso-, anclada, como bien mencionamos, en los largos títulos del giallo. Sea de la forma que fuera, ambos tienen algo en común: saben que el centro duro de la película estará anclado en el cuerpo.

Bad Boys Para Siempre
|

Bad Boys para siempre

Jerry Bruckheimer y Michael Bay encontraron en Will Smith y Martin Lawrence a dos de sus alter egos en el blockbuster de los rebeldes sin causa de los noventa. En aquella época, de regreso boomer a los años dorados de la loca evasión, surge la franquicia (bastante poco exitosa, por cierto) de Bad Boys, con el príncipe del rap en su apogeo como estrella del modelo pochoclero del Hollywood global y finisecular. La comedia de acción, la primera de la saga, era pura herencia del high concept de Un detective suelto en Hollywood, en el sentido de replantear el clasicismo del género thriller desde la periferia de un humorista afroamericano, proveniente de la televisión. En esta tercera entrega, apenas dos cuestiones salvan el filme de la nada, la intrascendencia y el olvido. Una es la aceptación crepuscular de la edad y de unos figurantes que suben el listón en cuanto se ríen de sus propias miserias. Los policías se burlan de sí mismos, de sus achaques, de sus desfases. Un recurso que tampoco es original, pero que al menos brinda un gesto de auténtica revisión desmitificadora.

Fin del Contenido

Fin del Contenido