Dossier Estudio Ghibli (IX): La princesa Mononoke
Para quienes nos hemos nutrido con cepas de Animé tan variopintas como Astroboy , Mazinger Z, Robotech o Akira, el cine de Hayao Miyazaki supone una mezcla de elementos familiares con un universo casi enteramente novedoso. Nuestra prehistoria animada nos acostumbró a las innumerables elaboraciones terapéuticas o meramente catárticas del trauma de la bomba, pero sobre todo a las mil versiones de una hubris tecnocientífica extremada, con resoluciones morales diversas. Sin reducir a meros principios abstractos la proteica variedad de la fantasía nipona, las alternativas que el sol naciente ponía sobre la mesa a la hora de plantearse el problema de la civilización en general y del progreso técnico en particular podían conversar sin mayor problema con el repertorio de metáforas de la experiencia occidental. No extraña que haya tenido su éxito en Japón el impulso filosófico de Heidegger, especialmente el de su reflexión sobre la técnica.