Tiger King
En estos días de pandemia y espasmos. En estas jornadas de insomnio, pesadillas, revisión de clásicos, lecturas voraces o interrumpidas. En estos días de glotonería o cagarse de hambre. En estos días de placidez en el encierro o locura aislada. En estos días sin demasiados puntos intermedios, se nos cruza por la multiplicidad de pantallas la cara de un personaje que o bien podría haber salido de una mala versión de un animador de Las Vegas. O bien podría tratarse de un narcotraficante gringo instalado en Coyoacán. O bien un personaje salido (todos lo dijimos, pero lo voy a repetir) de cualquiera de las películas de Christopher Guest, el genio detrás de Waiting for Guffman (1996). La invocación guestiana no se reduce al facilismo de clasificar a cualquier documental con personajes extravagantes como equiparables a la obra de aquel director. En todo caso es el perfecto contrapunto de los extremos que propone el mundo que la serie muestra: a mundos y personas extremas lo conveniente es entregar una mirada piadosa. Y si algo hace este accidente que se nos cruza en la plataforma de la N grandota es eso: cuidar y querer a sus personajes sin juzgarlos. Y abrir, de este modo, un panorama asombroso y complejo.