Dossier Estudio Ghibli (Xvii): El Viento Se Levanta
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Dossier Estudio Ghibli (XVII): El viento se levanta

Para aquellos que intentan trazar esa separación críticamente aceptada acerca de las diferencias primordiales entre los estilos de Takahata y Miyazaki, El Viento se Levanta se siente como un agujero en el medio de esa vaga pero aceptada teoría. Aquella diferencia -que se marca entre el realismo que bordea lo social en Takahata y el fantástico asimilado de Miyazaki- en esta película, dirigida por el más prolífico de ambos directores, parece un poco más difusa. Porque esta es la película en la que Miyazaki mas se parece a Takahata. Y es que en éste último lo histórico siempre está sucediendo. Llos humanos parecieran siempre estar delimitados por los límites de la historia. No obstante, a diferencia de Takahata, los personajes de Miyazaki sueñan y rompen el determinante del realismo. Porque el sueño es el lugar por excelencia en el cine de Miyazaki, porque si bien acá no aparece el fantástico, es el sueño el que altera el realismo, otorgando una libertad desenfrenada al movimiento y los espacios, que se configuran de formas distintas a las formas de lo real y su artificio por excelencia, el realismo.

#Gimmeshelter: Cine, Series, Libros Y Otras Cosas Para Sobrevivir (Iii)
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#GimmeShelter: cine, series, libros y otras cosas para sobrevivir (III)

Qué pesadilla todo esto, no? Si y no. Dependiendo de dónde nos agarre parados esta reclusión tiene algo de bueno y algo horrible. Lo bueno aparece cuando podemos apropiarnos de la situación y convertirla en un hecho privilegiado (algo que no puede generalizarse), lo malo, cuando no tenemos siquiera la remota posibilidad de aprovechar algo de todo esto y vivimos en el día a día desesperados por una economía que se destruye y con el cuidado sanitario que parece imponerse como único criterio (cuando quizás hay matices y formas distintas de cuidarse y cuidar a la población). En mi caso personal no me siento particularmente privilegiada (ni mi heladera está demasiado llena, ni mi billetera rebalsa de billetes ni mi trabajo me asegura que mañana no pueda degradarse mi situación socioeconómica) pero tampoco particularmente damnificada. Asi que en vez de entrar en esta suerte de estrés post-traumático que supone hablar siempre de lo mismo 24/7 (las 24 horas, los siete días de la semana) asumí como un mecanismo de defensa la lectura, el cine, las series y la música.

La Cacería
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La cacería

Prácticamente desde el comienzo se puede notar que La cacería es una película hecha para irritar o incomodar. Y no solo porque presenta a un conjunto de villanos tan progres como despreciables –liderados por una Hilary Swank dejando de lado toda nobleza y volcándose a un cinismo desatado-, sino también porque el resto de los personajes (incluso los supuestos héroes) están lejos de generar algo parecido a eso que conocemos como empatía. De hecho, si bien la premisa (una docena de extraños que aparecen de la nada en un bosque y son cazados por un misterioso grupo de gente con abundantes recursos) amaga con abordar tópicos vinculados a las películas distópicas, la trama va aplicando giros que la ubican en otro lugar, que a la larga no termina de quedar del todo definido. Quizás esto tenga que ver en buena medida con la presencia del co-guionista Damon Lindelof, uno de esos tipos siempre preocupados por torcer o poner en crisis las expectativas: por algo es uno de los cerebros detrás de creaciones como Lost, The leftovers y Watchmen. Su aporte es fundamental en una película que no solo da constantes vueltas de tuerca, sino que encima incorpora un distanciamiento sustancialmente irónico.

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