Poder, propaganda, crítica: sobre una cierta tendencia en en el cine político argentino (IV)
Es interesante mirar con atención este período porque asi como se dispersan viejas tradiciones se fundan nuevas, ya si, con una mirada mas definida que la de cierta tibieza aseverativa del cine militante de finales de los 90s. Estas nuevas tradiciones terminan siendo, por tanto, derivaciones mas acabadas y precisas. Como si en alguna medida cierto cine político argentino de finales de la década anterior se hubiera dedicado a ensayar lo que iba a venir. Nos gusta pensar en una serie de ideas que estaban en ese cine de los 90s como una paternidad reprimida de lo que en los 2000s encontraría una caracterización clara. Por eso es interesante pensar que detrás de ese ensayo-error de los 90s se organizaba una prehistoria del progresismo audiovisual en el cine político argentino. Por eso llamamos a algunas de esas experiencias previas con el nombre protoprogresismo. Lo curioso es que lo que en los 90s podría ser considerado contestatario, en los 2000s se reconoce como lisa y llana agenda oficial. Pero claro, el proceso de formación de ese progresismo cinematográfico no es tan simple