Relámpago sobre el agua / Nick’s movie
Ya desde su inicio se anuncia una imposibilidad, o más bien un dilema moral: ¿cuál es el límite, la frontera, la tenue línea que separa lo obsceno de una imagen “justa” al mostrar cómo alguien afrenta los últimos días de su vida? Y también, inextricablemente unido junto a esto, una posición más bien estética: ¿de qué manera, qué forma asumir, qué cortar, qué dejar de lado, qué privilegiar? ¿Cómo ordenar el desorden de la muerte?, ¿cómo alterar su quietud? Y no hay manera se dice Wenders, frente a él tiene la mítica figura de Ray, a un amigo de la vida a través del cine, a una suerte de padre fílmico, a gran parte de todo aquello que representa una tradición no heredada sino adquirida -o por adquirir- y a gran parte, también, de un torbellino ajeno que nunca se podrá dominar, ni pautar, ni formatear, en aras de una filmografía propia que pondrá más de un título emblemático en los años que siguen a este film sin dominar –El estado de las cosas, París-Texas, Tokio Ga. Pero antes de las citas y presencias cinéfilas, antes de sentir esa carta de ciudadanía cinematográfica que también adquirieron compatriotas un tanto más ilustres a principios de ese siglo, antes de los homenajes inequívocamente póstumos, había que enfrentarse con El amigo americano, consultarlo, acompañarlo, dejarlo ir.