Corre
Si, claro que huele a Misery (Rob Reiner, 1990). De hecho aquella maravilla claustrofóbica también olía a otras cosas que conocíamos previamente. Pero la cinefilia cuarentona de tablón, esa que se crió con películas repetidas por cable, pero también en VHS, reconoce a la película de Reiner como uno de esos must que canonizan las formas del encierro enfermizo en el cine (incluso más que otros cánones, como El Resplandor). Será por eso, porque necesita conectar rápidamente, con velocidad y efectividad, que Corre (también conocida como Mamá te quiere) lanza sus tentáculos cinéfilos sobre nosotros apelando a esa relación de legitimidad.