Venganza implacable
Mientras miraba Venganza implacable, en varios pasajes no podía evitar recordar a películas de Clint Eastwood como La mula, Gran Torino, Crimen verdadero y especialmente Deuda de sangre. Particularmente el último film, un policial con unas cuantas vueltas de tuerca, un trasfondo romántico en el argumento y donde conceptos como la vejez y el retiro están siempre sobrevolando. Incluso el título original, Honest thief -mucho más apropiado que la infame traducción que le pusieron acá- evoca un clasicismo reposado, casi nostálgico.