Llamas de venganza
Lejos de la manía compulsiva de reescribir falsamente cosas por completo dejando el nombre original (desde Candyman hasta Scream), lo de Llamas de venganza es, antes que una remake, una reconexión con una época. Por eso cuando escuchamos el sintetizador no necesitamos que se nos lleve de los pelos a los 80 como una diégesis elegida, sino que estamos plantados bien en el presente pero con una mirada espiritual que nos reconforta en el íntimo núcleo de la clase B más carpenteriana, económica (pobre de recursos materiales, pero no de recursos narrativos), elusiva, ambigüa en su concepción más clásica (la que alimentó a toda una serie de ficciones entre los 40s y los 80s), no en su vertiente incapaz de resolver la narrativa.