Para Chiara
El cine, en general, ha intentado desde hace mucho tiempo poner en escena este fenómeno secular de la mafia, esta cuestión de familias, clanes, grupos, pandillas y demás, aunque los resultados han sido y son disímiles, claro. Al cine italiano de las últimas dos décadas en particular no le ha resultado nada fácil filmar dejando de lado el espectáculo hollywoodense y mucho menos desprenderse de la uniformidad, por lo tanto de la permutabilidad, del world cine, pero ahí se encuentran Gomorra, de Matteo Garrone (2008) con la tremenda influencia de la Camorra en la vida corriente y cotidiana de los habitantes de la región napolitana o El traidor, de Marco Bellocchio