Diarios del encierro
En buena medida, por lo tanto, Diarios del encierro encuentra en su interior a dos películas distintas: por un lado la privada, la confesional, la que obliga al protagonista/director a una anagnórisis, a un aprendizaje a los tumbos pero aprendizaje al fin. Pero también una película política que no fue, una película sobre el silencio ante las decisiones de gobierno. Y si bien la pandemia y el encierro de la cuarentena expone a su director a una reevaluación personal que lo obliga a mirar hacia su propio país (con una mirada inocultable de simpatía por la vertiente más izquierda del Partido Demócrata, léase Bernie Sanders) como al nuestro (en cierta medida con un grado de simpatía inocultable por el gobierno actual, al que califica, para ese entonces, de “un gobierno que está haciendo las cosas bien” por contraste)