Abrázame fuerte

Por Marcos Rodríguez

Serre moi fort
Francia, 2021, 97′
Dirigida por Mathieu Amalric
Con Vicky Krieps, Arieh Worthalter, Anne-Sophie Bowen-Chatet, Sacha Ardilly, Juliette Benveniste, Aurèle Grzesik, Aurélia Petit, Erwan Ribard, Clémentine Carrié, Cuca Baneres Flos

Frágil

Mathieu Amalric es un director de la fragilidad. Heredero francés de Cassavetes (actor devenido director, director enamorado de sus personajes), los paralelismos van más allá de las descripciones generales. Así como Tournee podía leerse como una reversión de The Killing of a Chinese Bookie, su nueva película, Abrázame fuerte podría pensarse como una versión de A Woman under the Influence. Pero ahí donde el cine de Cassavetes se entregaba a corazón abierto y cámara entera a sus personajes, el cine de Amalric, al menos desde La habitación azul, propone un juego diferente.

Los nervios a flor de piel de sus criaturas (a menudo, mujeres desbordadas y desbordantes, ni siquiera mujeres en crisis sino figuras plantadas ya en la otra orilla de la crisis) arrastraban al propio Amalric y a la narración en Tournee, pero a partir de La habitación azul arrastran también la puesta en escena, cargándose incluso la linealidad del relato. En esta, la excusa era el enfoque judicial: lo que veíamos en pantalla se desenvolvía como relatos, versiones diferentes de los hechos, contados por los testigos/protagonistas durante un interrogatorio. La historia era de amor (desbordado) pero incluía muerte y el proceso penal terminaba por imbricarse entre los abrazos y las sábanas de esta pareja infiel. Con Barbara el juego toma otro tono: el de la ficción explícita y el salto entre un primer relato (la actriz que debe interpretar a Barbara en una película) y el relato dentro del relato (la película filmada dentro de la película). La zona más deliciosa y fértil de la película se encontraba en las secuencias en las que ambas capas se superponían en una indeterminación: ahí donde la fuerza y la magia del cine tomaban control de la pantalla y construían a fuerza del magnetismo de Jeanne Balibar.

Con Abrázame fuerte la apuesta se redobla o, por lo menos, se desvía: la ruptura de la linealidad se hace evidente desde las primeras secuencias pero, una vez establecido ese juego (que marea un poco y nos lleva, como espectadores, al borde del desborde de su protagonista, una Vicky Krieps luminosa), va por más: de a poco la linealidad rota se va mostrando contradictoria y lo que entra en juego es la veracidad misma de la imagen cinematográfica. ¿Hay algo que no estamos entendiendo? ¿La mina está loca? ¿La película está loca? La historia (escasa) de Abrázame fuerte es una historia de pérdida y duelo, pero durante un buen trecho de la película no llegamos a entender quién perdió qué. Con ese fluir estallado, Amalric va construyendo secuencia a secuencia, pieza a pieza, una obra de orfebrería (tallada con el amor y la imprecisión de un artesano de feria) que va mucho más allá de lo que se supone que está contando. O, más bien, que, entregada a un torrente en el que lo que se cuenta se descuenta y se vuelve a contar, lo que importa en realidad no es lo que empuja hacia adelante (¿hacia dónde?) sino exclusivamente la piel de cada plano, apoyada sobre la piel de sus personajes. Lo que estalla en Abrázame fuerte es el amor por sus criaturas, un amor transido de pena.

Esas criaturas, iremos descubriendo lentamente, son en realidad también criaturas creadas por la propia protagonista de la película: fantasía nacida de la ausencia, ficción como refugio. Hay recuerdos, tal vez, pero sobre todo hay biografías inventadas como forma de soportar aquello que no puede soportarse.

La cámara de Amalric se entrega a su protagonista, la ama y ama su amor y su luto y su necesidad de mentir para seguir viviendo. La fragilidad con la que Amalric registra la fragilidad de su personaje (perdida, de forma consciente, en una narración que no lleva a ningún lado) es el corazón palpitante de Abrázame fuerte: no hay proceso de luto o superación o respuesta alguna. Hacia el final de la película uno puede reconstruir algunos datos del argumento, pero el azar absoluto que quebró la vida de esta mujer lo vacía de cualquier marco. Su función es puramente narrativa: al final, como espectadores, vamos a entender algo de lo que pasó con la familia de esta mujer, pero lo entendemos no para otorgarle un sentido del que carece, sino simplemente para poder comprender en toda su profundidad la desesperación de esta madre y esposa que de pronto está sola y no sabe qué hacer con su vida. ¿Se menciona cuánto tiempo transcurrió desde aquel hecho? Tengo la idea de que sí, pero todo se pierde en esta película: ha pasado el tiempo y eso es todo, hay amigas que la apoyan, hay algún trabajo con el cual entretenerse y sostenerse, hay una adolescente asustada a la cual empezó a acosar como si fuera el fantasma de su hija muerta.La realidad no está ausente en Abrázame fuerte pero tampoco alcanza. Para eso está el cine.

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