Balance Perro Blanco 2017 – Parte III: No estrenos & series del año

Por Federico Karstulovich

Estimados lectores:

Decidimos hacer este balance en varias partes. La tercera de ellas se concentra en un breve resumen película por película y serie por serie de los que consideramos mejores no estrenos comerciales (vistos on line o en festivales) en Argentina de 2017 así como mejores series televisivas. Al igual que en las dos salidas anteriores, por cada breve pastillita podrán ver que hay un link directo a una nota original y de mayor extensión (siempre que hayamos hecho la cobertura en Perro Blanco, sino encontraran el material que está aquí pero sin ningún link externo de referencia).
Dejamos para el final las listas de cada redactor y las elegidas por los lectores que nos escribieron a [email protected].

Esperamos que lo disfruten.

 

Diez (10) películas no estrenadas comercialmente en argentina (vistas por plataformas on line) y diez (10) películas vistas en festivales

A. Vistas en internet (SOD: streaming on demand)

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1.Jim & Andy: The great beyond (nota 1/ nota 2)
Jim and Andyes extraordinaria por un sinfín de cosas que no puedo ni empezar a enumerar, porque tiene tantas capas de sentido que no terminan nunca de agotarse. Es Andy Kaufman siendo Andy Kaufman y el público que no distinguía qué de todo era cierto y qué no; es Jim Carrey haciendo de Andy en escena y fuera de escena, desconcertando a todos (las expresiones de horror de técnicos, actores y del propio Milos Forman son el chiste más bello del mundo) y peleándose con varios, sin nadie saber qué era real; es la película Man on the Moon, en la que ambos son uno; es la familia de Andy conectando con Andy a través de Jim; es el racconto del Jim de hoy que afirma que él perdió todo el control y fue Andy en la película; es Jim diciendo que durante un tiempo dejó de ser Jim y eso lo liberó de su propia prisión pero también lo descolocó y no supo cómo volver a ser algo que no fuera Andy; es una puesta en abismo de personificaciones y representaciones; es estar ante ambos y eso es simplemente mágico. Cecilia Martinez

En uno de los momentos claves de la película Jim Carrey dice no creer demasiado en el libre albedrío y para probarlo se pregunta porque toma finalmente el té, porque quiere hacerlo o porque tiene sed. Es un momento que contrasta (y mucho) con otro en el documental en el cual  Carrey dijo que había rezado para tener una bicicleta y que gracias a eso la bicicleta había aparecido de milagro. O sea, si en este último caso había un Carrey asegurando que su propia voluntad le permitía adquirir lo que deseaba, hacia el final este mismo actor dice que ni siquiera sabe si el acto de beber un té puede ser una decisión genuinamente libre. De modo similar, el documental mostrará a un Carrey que con su acting de Kaufman pareciera hacer que todos se adapten a él y transformándose en un aparente momento de libertad creativa absoluta, para terminar diciendo a la cámara que ya llegó un punto de tanta compenetración que tenía que dejar de interpretar a Kaufman. Como sucede hacia el final de La bella mentirosa, lo que empieza siendo una película sobre el arte como expresión, termina siendo una película sobre el acto de hacer arte como forma de autoencierro que limita las propias libertades. Acaso el mayor miedo que propone este juego de cajas chinas sea ese: la paradoja de la libertad es la misma existencia de un límite. HS

2. Brawl in Cell Block 99
Brawl in Cell Block 99 es pulp fictiondel más alto orden. No sólo por sus raíces en el cine de género y el exploitationsino porque literalmente los personajes terminan hechos pulpa a manos de un Vince Vaughn, que es pura presencia física y miradas frías, intimidantes en su estoicismo. Simpleza estilística. Al pan, pan, y al vino, vino. Letras blancas grandes sobre fondo negro, R&B al palo (que también sirve para evocar los setentas), y un título que básicamente se traduce como ‘piñas en la cárcel’. Pero la película tarda un buen rato en honrar la premisa de su título, construyendo primero un drama con cierto aire naturalista, o que por lo menos, se toma su tiempo en delinear a Bradley, el personaje de Vaughn, y en llegar a justificar el in crescendo del drama con la brutalidad del final, grotesca en lo explícito pero socarrona en su ejecución. IB

3. The Big Sick
The Big Sick nunca te deja acomodarte del todo en ninguna silla de espectador. Comparte, además, un cambio de tono que la divide en dos partes, como en alguna medida ya había hecho Appattow con Funny people. Pero ojo: esa sensación de desamor a los géneros también puede salir bien, entregar melancolía y empatía en dosis adecuadas, incluso a costa de la ensoñación. Quizás por su amargura, quizás por su “realismo”, quizás por su propuesta de aproximación periférica a un mundo de representaciones convencionalizadas, quizás porque ya no damos más de cinismo y no podemos soñar de la misma manera es que películas como TBS terminan por imponerse. Su punto fuertees precisamente el de salirse de lo establecido y acercarse a lo poco convencional. Ese movimiento, que puede parecer genuino, ojo, también tiene algo de cálculo y especulación, como si hubiera una conciencia de que el espectador actual va a estar más tolerante frente a esta clase de productos que frente a formas más canónicas de la comedia romántica. Hoy por hoy no hay referentes en ninguno de los aspectos posibles de ese género maltratado. Y lo que queda es una superficie de restos. Entre esos restos, con materiales que una comedia romántica tradicional habría desechado, como si se tratara del negativo, del remanente, es que vive TBS porque entiende que ahí está el único espectador posible. FK

4. The Meyerowitz Stories
Una de las constantes que aparece en The Meyerowitz stories es la de la trascendencia que no aparece, la del momento clave que uno espera que defina todo y sin embargo queda ahí, trunco. Esta misma sensación  se desprende de la propia estructura narrativa de la película, que se construye a partir de una serie de escenas cotidianas en las cuales las situaciones pueden quedar recortadas abruptamente y en la cual además se nos niega información que en una narración clásica serían claves. Todos estos saltos dan una sensación de que cada escena es inmediata e impredecible, y que por ende nada en esta película terminará de ir hacia un lugar o concluir en algún tipo de lección de vida respecto de la familia o el sentido de la existencia. Uno podría pensar que el resultado de esto es una película que se ubica por encima de los personajes, que los juzga desde su lugar de supuesta mediocridad y frustración. Y sin embargo, el resultado de Los Meyerowitzes todo lo contrario: un abordaje tierno, incluso querible, por parte de todas y cada una de las criaturas que están ahí presentes Digo en primer lugar porque tengo la sospecha que para Baumbach esta misma condición de normalidad es más amplia de la que podemos llegar a pensar. Pero en segundo lugar también porque Baumbach encuentra aún en esta situación de normalidad y personajes que supuestamente no han encontrado grandes techos momentos que la película no deja de mirar con enorme ternura y respeto. HS

5. The lost city of Z
La ciudad perdida de Zpodría ser un film de David Lean, de Werner Herzog, de John Huston, de Max Ophuls o de Terrence Malick, pero el apasionamiento cinéfilo y el amor de Gray por los modos narrativos del cine clásico lo convierten en un realizador a contracorriente. Aún así, siendo clásico no cree en un mundo cerrado ni carente de contradicciones. Un mundo definido por la carencia donde no faltan las acciones sublimes y los desencuentros trágicos. Un cine de dos mundos. Clásico y moderno a la vez. Pero el libro en el que se basa la película escrito por un periodista de The New Yorker, David Grann, decide “imprimir la leyenda”. Gray  entonces decide llevar esta apasionante “historia real” hacia sus propias fronteras. Por su enorme conciencia y entendimiento de los resortes clasicistas sobrevive a los diálogos literarios de un libro de non-fiction espectacularizado hasta el paroxismo y homónimo de la película, que “novela” la historia de vida de Fawcett. Pero a su vez jamás abandona sus constantes autorales (la búsqueda del perdón o prestigio social de sus desclasados, el poder de la familia, la violencia que subyace en todo momento y desencadena lo trágico, el problema del linaje,  la ilusión y el amor –filial aquí- como motor). TC

6.Detroit
Bigelow es una verdadera máquina de narrar. Máquina con un motor cinematográfico de cuerpos, cine físico, muscular como pocos, sostenido sobre el nervio de las acciones mínimas como contrapunto de la potencia política de un cuento moral sin moraleja ni buenos ni malos (o acaso un poco malos, pero fundamentalmente humanos). En Detroit la historia nunca se impone a la corrección política ni el discurso demagógico a los personajes y sus acciones. Por eso puede disfrutarse como un thriller hecho y derecho, pero es, centralmente, una película sobre la ética y la integridad. Bigelow no necesita mucho más que un asedio, un espacio, algunas cuantas horas y un puñado de personajes que sepa que la tiene jurada. De ahí en más lo que sigue es una montaña rusa. Larga vida a la dama de las piñas y el puño crispado. Por suerte Detroit tendrá un pronto estreno. FK

7. Ingrid Goes West
Ingrid Goes West, de Matt Spicer, es una exploración de una mente perturbada y un comentario sobre el uso las redes sociales, y como estas, con sus fotos perfectamente encuadradas de desayunos orgánicos, y filtros de colores sobre atardeceres en la costa, construyen una suerte de alter ego del que cada individuo termina siendo dependiente.

El tema de la dualidad recorre toda la película, el fanatismo por Batman que tiene el personaje del guionista lo deja más que claro: es el único personaje más o menos cuerdo de la película, pero aún así tiene la fantasía de ser un playboy torturado de día, un vigilante fascista de noche. Ingrid empieza su amistad con Taylor fingiendo ser Bruce Wayne, con un estilo de vida derrochador, lleno de lujos innecesarios, macetas de 1000 dólares y una lista creciente de seguidores.Pero la película se ahorra la posibilidad conciliatoria de decirnos ‘todos estamos alienados por las redes sociales’. Para Ingrid solo queda la realidad fuera de instagram, y para ella esto es una vida de profunda soledad y desolación. Pero más allá de abordar un tema contemporáneo y representarlo con precisión y de tener a una protagonista perturbada (y perturbadora), IGW se sostiene por apoyarse también en los géneros: hay algo de coqueteo con el neo-noir, con una secuencia de secuestro-chantaje fallida y la iluminación nocturna de California, hecha de neón, fogatas, velas y pantallas de celulares, que, sumado al humor seco, construyen una especie de thriller, incluso apto para la sensibilidad hashtag millenial. IB

8. O ornitologo
Hagiografía contemporánea de San Antonio de Padua como relectura hereje de la tradición católica. Travesía alucinada entre personajes delirantes. Cuento de terror boscoso asi como comedia asordinada. Oda de amor apasionada por la naturaleza. Más que la suma (mucho menos caprichosa de lo que parece) de todo eso, o mejor dicho por todo eso y más, O ornitólogoes también una declaración sobre las posibilidades del cine contemporáneo, sobre sus campos de expansión y sus límites. Rodrigues entiende que su incorrección vanguardista es imposible si ser moderno implica desconocer la tradición, sea cual fuere, y al igual que en la mayor parte de su obra (y de Joao Rui Guerra da Mata, aquí también su socio al igual que en la mayoría de sus aventuras oblicuas) la historia es siempre la base sobre la cual nutrir una serie de películas empecinadas en ser rabiosamente actuales. Campo y fuera de campo, certezas y ocultamientos. Esa tensión constante y en sentido contrario es la columna vertebral de la película, materializada en cada uno de esos episodios en los que el bueno de Fernando/Antonio se verá envuelto a partir de allí, en la inmensidad de su bosque lusitano, en los que nunca pareciera haber un hilo lógico suficientemente sólido que los hilvane, ni una razón que los justifique: las cartas de lo contemporáneo se juegan en ese espacio ambiguo en el que cuánto más bellas son las imágenes que se muestran, más despliegan el velo sobre su propio universo. SR

9. Raw
Rawes una película original y extraña con uno de los finales más satisfactorios y potentes de los últimos tiempos para el género. Aunque decir que se trata estricamente una película de terror probablemente sea injusto. Hay momentos sangrientos, algo de gore, y momentos genuinos de repulsión absoluta (una escena de vómito en particular parece que nunca termina) pero también espacio para el humor negro, el drama personal, y temas musicales de soundtrack de película de fraternidad universitaria. En la película los cuerpos son centrales: cuerpos desnudos, muertos, vivos, de animales y de humanos. Raw es una película efervescente, de emociones desbordadas y a flor de piel. Hay sexo, rabia, noches brumosas de fiesta y alcohol, pero también ternura, risas, complicidad y sensualidad. El título en español, Voraz, es apropiado y straightforward: El debut como directora de Ducournau cuenta la historia de una estudiante de veterinaria vegana que descubre, a partir de una primera experiencia con la carne, un instinto caníbal que empieza a dominarla. Pero algo se pierde en la traducción. Raw, el título original, alude a varias cosas además de la carne cruda que la protagonista empieza a desear de un momento a otro. Raw emotions. Raw sexuality. Emociones y sexualidad. Y vulnerabilidad. Porque la película es, además de una gran película de body horrory canibalismo, un drama de coming of age, una película sobre la relación entre dos hermanas, y una mirada íntima y profundamente personal sobre la sexualidad juvenil y la brutalidad de los rituales de iniciación universitarios. IB

10. The Edge of Seventeen
The Edge of seventeenes una película chiquita, sin firuletes. Los montajes musicales son cortitos, no hay hits indiesen el soundtrack (se agradece) y la puesta en escena es austera. Kelly Fremon Craig pone el acento en los actores y en ese movimiento de jugar con los lugares comunes de un subgénero para luego desnaturalizar nuestras percepciones sobre ellos. Por eso esta película se luce por ese lado, el de los actores: porque los personajes y el modo que la película elige para tratarlos es la clave del tono. Lo bueno de TEO17 es que es una película teen 100% mainstream, a pesar de su mediano presupuesto. En un momento en que las narrativas adolescentes fueron virando al terreno de las distopías Young Adult (hoy un poco ya en remisión) o a los terrenos más sofisticados del cine independiente (el cine de David Robert Mitchell, Moonlight, American Honey, por ejemplo) es refrescante que el cine mainstream pueda tener una película bien hecha, honesta e inteligente como ésta. IB

B. Vistas en festivales (en breve…)

 

Cinco (5) mejores series emitidas en el año

Mindhunter

1. Mindhunter
Mindhunter no es una serie sobre un detective heroico, sino sobre uno que empieza teniendo intenciones heroicas y hasta humanitarias y poco a poco irá tornándose aparentemente en un ególatra frío, incapaz de pedir disculpa alguna por sus actos y convencido de que ha hallado una forma de comprender y manipular psicópatas impiadosos. Lo curioso es que la acumulación de estos testimonios terminan generando un efecto de progresiva perturbación. Al mismo tiempo, algo pasa con el género al que parece adscribirse la serie de David Fincher, ya que lo que empieza pareciendo una serie policial, termina mutando hacia otra cosa más rara, que si hubiera que inscribirla en un género, deberíamos considerarla en el marco del terror. Pero lo que prevalece en la serie (y también la convierte en especialmente terrorífica) es una mirada desconfiada hacia la ciencia. O mejor dicho, una mirada desconfiada hacia la ciencia como una forma de explicarlo todo y una idea de que hay misterios que sencillamente nos superan. Esto se debe a una idea desesperada y pesimista: si el mundo y la humanidad están dominados por la crueldad y el absurdo, la única manera de tener algo parecido a un control sobre los primeros es siendo un sociópata igualmente cruel y absurdo. En esa conclusión desoladora es en donde Mindhunter nos termina de perturbar por completo. HS

2. Glow
¿Hay una década más infame que los ‘80 para el cine (y la música, la cultura, el mundo en general)? Es cierto, hay películas y discos inolvidables en esa época -y que pertenecen inequívocamente a los ‘80: de Volver al FuturoAliensThriller y Blue Monday-, pero en general nos quedamos fijados en la parodia: el pelo batido, la cocaína, el rampante neoliberalismo (al menos en los países desarollados y angloparlantes), las películas barretas de Van Damme y Chuck Norris. Fueron un parque de diversiones, si, pero palidecen ante la sofisticación de los ‘70, podríamos decir. En este panorama llega GLOW, otra serie que revisita los ochenta en plan revisemos un producto descatalogado de la cultura pop para convertirlo en tv prestige. ¿Qué es GLOW exactamente, entonces? La serie actual es una especie de origin story ficcionalizada de cómo nació la serie original, Gorgeous Ladies of Wrestling, creado por David McLane en 1985, se emitió en la tv americana entre 1986 y 1992. Se ve que allá es algo así como un producto de culto (donde obviamente hay una gran cultura en torno a la lucha libre, también). La serie de Netflix se basa en aquella y se concentra en sobre una suerte de misfits y perdedoras haciendo -intentando hacer- un programa de cable truchísimo con un director de exploitation venido a menos. GLOW funciona gracias a sus pequeños momentos, que engancha principalmente por ver como los personajes interactúan, conviven, se relacionan, algo que se expresa en lo mircogestual (elemento poco usual para la televisión en promedio). Después de una primera mitad moderadamente entretenida, GLOW crece mucho y la empatía con la serie, el tono y los personajes se impone. El salto de calidad es notorio: los engranajes del guión empiezan a funcionar mejor, y a partir de la segunda mitad, con todo el escenario ya planteado, la serie se vuelve medianamente adictiva. IB

3. Twin Peaks (temporada 3)
En la TV actual el juego ha llegado a su máximo esplendor y cada nueva serie debe enfrentarse a ese desafío: cómo seguir sorprendiendo, cómo seducir al espectador para que no huya a otra serie, cómo generar la adicción. ¿Cómo se inserta la nueva temporada de Twin Peaks en este panorama? Esa es la pregunta que intentaré responder. Y empezaré diciendo que lo hace coqueteando con la lógica de mercado y con la lógica “artie-galerista” al mismo tiempo. Ese coqueteo no es nuevo en el mundo Lynch. De hecho, es su marca constitutiva. Si bien esta TPes un paso original y novedoso en su filmografía, la operatoria es la misma que lo definió siempre: Lynch se inserta en géneros conocidos, se los apropia, los usa para ingresarnos en un mundo conocido y, una vez que se asegura de tenernos, retuerce los códigos hasta desconcertarnos. Por eso es tan exasperante escuchar tan seguido que Lynch es un cineasta “surrealista.” Nada más lejano. Lynch es un cineasta clásico, que se alimenta sin cesar de Hitchcock, de Wilder o Minnelli y que aplica una estrategia muy similar a la de los maestros clásicos: tomar la fórmula eficiente, trabajar en torno a los códigos genéricos y al modo en que representan a un mundo norteamericano idealizado (la mente Lynch, y TPen particular, están siempre ancladas en un imaginario muy 1950), y luego introducir en ella lo deforme, lo pesadillesco, el elemento que no corresponde en ese mundo y que lo destruye o reformula desde dentro. Guido Segal


4. Master of None (temporada 2)
Muy poco antes de lanzar la primera temporada, Aziz Ansari presentaba el ebook El amor en la era digital, una investigación sobre las cyber-citas y los comportamientos sentimentales en los tiempos que corren. Master of Noneviene del antiguo lema Jack of all trades, Master of None(aprendiz de todo, maestro de nada), recoge este guante. Con una puesta en escena precisa, nos sumerge en la nada apremiante de las ciudades de hoy para mostrar cómo nos relacionamos y cómo nuestros vínculos suelen estar – casi siempre de manera graciosa o bizarra- mediados por la tecnología. Master of None puede ser a veces políticamente incorrecta pero no hace de esta incorrección política un gesto de irreverencia o diversión. Tampoco de liberación respecto a forma rebuscadas con las que debemos referirnos a las llamadas minorías. La razón es simple. Dev (Ansari en la serie) es hijo de inmigrantes tamiles que en los ‘70 se instalaron en Nueva York. Junto al coguionista Alan Yang, pertenece a una de las tantas minorías neoyorkinas. El hecho de “ser indio hijo de inmigrantes en Nueva York” es uno de los temas de la serie pero también la mirada novedosa que la atraviesa e impregna. Lilian Laura Ivachow

 

5. American Vandal
Hace unos meses apareció el trailer de American Vandal. El video presentaba una historia paródica de las series y películas de “crimen verdadero”, como Making a MurdererThe Keepers. El formato viene siendo bastante explorado últimamente, particularmente por Netflix. Un mockumentary era inevitable, pero es señal de la inteligencia del servicio de streaming que ellos mismos lo hayan hecho. Desde que empezaron a apostar fuertemente a las producciones originales no paran de explorar nuevos caminos, y esta velocidad creativa les permite incluso reírse de si mismos antes que otros lo hagan. Pero aunque el trailer era divertido, con su planteo completamente serio sobre un acto de vandalismo en el que aparecían dibujadas un montón de pijas en un estacionamiento, era difícil creer que pudiesen mantener la idea durante toda una serie de 8 capítulos y no atorarse en un eterno y constante dick joke. Es, precismente, el respeto por el género una de las razones de la efectividad de American Vandal, pero no la más importante. Era algo que ya podía verse en el trailer, que ya funcionaba ahí y no aseguraba el éxito final. Donde aciertan enormemente es en tomarse en serio no solo el formato, sino sus personajes. El universo de Hanover High y todos sus individuos son respetados e integrados a la historia con naturalidad. Al evitar actores conocidos o ubicables en otras obras, la frescura de American Vandal es total. Suena a básico, pero el elenco funciona no solo por sus dotes actorales (que son excelentes en cada instancia) sino por la novedad que todos presentan: no hay una sola cara reconocible. Los personajes son creíbles doblemente: por las capacidades de los actores, y porque efectivamente, nunca los vimos antes en otra cosa. Emiliano Andrés Cappiello

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