Tiempo de balances (1), por Hernán Schell

Por Hernán Schell

Sobre listas

Por Hernán Schell

Soy un pésimo espectador de festivales (no resisto más de dos películas diarias y las que veo casi nunca terminan siendo las buenas) y no suelo bajar de Internet. Así que lo único que tengo para ofrecer es un balance sobre los estrenos y un breve justificativo de cada película.

Año raro y feliz para mí, al menos si tengo en cuenta los estrenos comerciales de este año. De las diez que elegí para mi top ten considero hoy por hoy a cinco verdaderas grandes películas, y a las otras cinco las presiento mucho más trascendentes de lo que sospecho -aunque esto, claro, sólo puede saberse con el tiempo-.

La rumana Sieranevada, esa suerte de épica de lo cotidiano, me quedó inevitablemente como lo mejor del año. Quizás porque de todas las películas que vi es la que menos se parece a cualquier cosa que haya visto (incluso dentro del cine rumano). Cómica y amarga, a veces realista y en otros momentos dueña de una insospechada estilización visual (puede que sea la película técnicamente más virtuosa estrenada en este 2017), Sieranevada es al mismo tiempo la historia de una familia como una radiografía del estado de Europa en general y de Rumania en particular. Como escribí sobre ella aquí no voy a extenderme mucho más en justificar su grandeza, sólo me queda festejar el hecho excepcional de que se haya estrenado en salas.

También creo que fue excepcional el hecho de que se haya estrenado Elle de Verhoeven. Al menos porque la incorrección política del holandés (sobre todo en el hecho de una cuestión tan tabú como la violación) podía hacer que la distribuidoras se asustasen ante una película que se dedica no tanto a a cuestionar al feminismo sino a desafiarlo contando una historia que, como tantas otras de Vehoeven, resulta al mismo tiempo perturbadora y extrañamente cómica. Dicho sea de paso, también se trata de esas películas que como tantas otras del holandés son sólo retorcidas en apariencia y basta con entrar a analizarlas para darse cuenta que hay mucho más sentido común y hasta humanismo de lo que se cree. Dicho sea de paso, también escribí sobre ella aquí.

Menos raro es que se haya estrenado Un bello sol interior. En parte porque está Juliette Binoche, que además de ser una de las mujeres más hermosas que hayan caminado sobre la faz de la tierra, es también una actriz con una presencia luminosa y que tiene su propio público en la Argentina (bueno, si vamos al caso, también lo tiene y mucho Huppert, también protagonista de Elle y un tipo de actriz con una presencia malévola completamente opuesta a Binoche). Amé Un bello sol interior. A su protagonista (auto)destructiva, a la sensibilidad de una película que sabe mirarla con curiosidad y cariño pero nunca con condescendencia, amé el cameo final de Gerard Depardieu capaz de resignificar toda la película mientras corren los títulos finales y amo en general y salvo raras excepciones el cine de Claire Denis, una de las más grandes cineastas de nuestro tiempo. Lamentablemente, no pude escribir sobre ella en ningún lado, y es raro siendo que de ninguna otra película estrenada el año pasado siento que tengo más cosas para para decir que de esta.

Logan es el estreno mainstream del año. Película de la que salí del cine objetándole muchas cosas, pero que tras una revisión y una serie de notas a favor (entre ellas la extraordinaria nota que escribió Diego Maté para esta página) no pude sino rendirme ante la evidencia de una obra maestra y de la que quizás sea junto con Los Increíbles y El Protegido de Shyamalan la mejor película de superhéroes en lo que va de este SXXI tan marcado por este tipo de cine. Logan es violenta y osada, pero también melancólica y crepuscular a más no poder. Capaz tanto de citar a Shane el desconocido como al Peter Pan de Barrie sin que suene forzado sino perfectamente integrado a la trama, y capaz de darle también a Jackman la actuación de su vida. Mi sospecha es que Logan crecerá con el tiempo, al punto tal de tratarse de esa clase de clásicos del género que quizás terminen resultando de quiebre. Esto es al menos lo que sugiere este inteligente videoensayo sobre la película. Creo de todos modos que ya la grandeza de esta película es evidente. Salvo claro, para cierto sector ciego de la crítica americana que insistió en creer que la película de superhéroes del año es la subestándar Mujer Maravilla.

El quinto puesto me quedó para otra película que intenta resignificar el género (en este caso el musical): Baby Driver. El aprendiz del crimen.Fue la película por la que más discutí en el 2017 y de la que más intenté explicar su grandeza. Lo hice en podcast que realicé con Federico Karstulovich lo hice en esta extensa nota en la que trato de analizar la mayor cantidad de aspectos formales y argumentales de la película. Es una película que me ha desgastado lo suficiente como para simplemente pasar estos links y pasar a la que viene.

El sexto quedó para La academia de las musas. La última película de José Luis Guerín. Esta película me resulta un misterio desde el momento en que logra hacer que una clase sobre filología me resulta la cosa más llevadera del mundo. Son cosas que, creo, sólo logran los grandes directores y Guerín, cuando quiere, puede serlo y mucho. Película sobre el mundo académico pero también sobre la seducción que puede tener el mundo académico y sobre -porque no decirlo- estrategias de levante. Dicho sea de paso, La Academia de las Musas tiene también uno de los personajes más fascinantes del año: el personaje de Rosa Delor, una mujer venenosa y envenenada, en parte triste en parte sumamente graciosa.

En el séptimo puesto me quedó Hasta el último hombre. Lo que es curioso porque siete es un número asociado a Dios y la película es mística a más no poder. Polémica e imperfecta (y sin embargo, con esas imperfecciones que vienen bien porque se trata de un cine visceral al mango, y las vísceras nunca son equilibradas) se trata de una película en la que Gibson muestra que puede hacer las mejores escenas bélicas que se hayan filmado y además darse el lujo en toda la primera parte de mostrar que también puede hacer un melodrama sensible y de tono clásico. Que Gibson está loco ya lo sabemos todos, pero también sabemos hasta altura del partido que la locura no impide hacer una gran película. Por otro lado, escribí sobre ella aquí en una nota que habla también sobre LalaLand (de la que me arrepiento haber dejado afuera de este ránking).

La otra locura, es Desearás al hombre de tu hermana. Película bestial y hermosa, cuya intención es menos hacer una película erótica (es demasiado estilizada, demasiado autoconsciente, con galanes demasiado ridículos para serlo) que una película que experimenta con la comedia absurda y escatológica. Me atrevería a decir incluso que se trata de la mejor comedia escatológica de la historia del cine argentino (no creo que haya muchos ejemplos de buen cine escatológico por estas pampas de todas formas) además de una prueba más de que Andrea Frigerio, además de ser la mujer más hermosa de la historia argentina (no admito que ninguna la supere) también es una gran actriz en general desaprovechada por el cine nacional. Si, es verdad, alguno podrá cuestionarme que hubo películas argentinas que podrían considerarse mejores (Alanis claro, pero sobre todo y por supuesto la ambiciosa Zama, dos películas que me gustaron mucho y quedaron en las menciones especiales) aún así fue el factor sorpresa y la enorme alegría y euforia que me transmitió esta película lo que hace que esté en este listado. Dicho sea de paso, escribí sobre ella acá

Por último, dejé para el fina dos locuras. Una es Fragmentado de Shyamalan. Director que me fascina a pesar (o quizás por) sus defectos. y al que siempre sospecho más sofisticado de lo que aparente (sentimiento que aparentemente comparto con el Cahiers du cinema, lo que no sé si me legitima demasiado). Escribí sobre la película por acá y de paso sobre Shyamalan en esta nota de La Agenda. La otra película es  Las aventuras del Capitán Calzoncillos. La película animada del año. Anárquica y celebratoria (aunque no exenta tampoco de melancolía), capaz de poner una cantidad impresionante de gags por minuto siendo además también toda una reflexión sobre la comicidad como acto de rebeldía en sí. Sobre ella escribimos esto en la revista.

Dicho todo esto, pasemos a las otras secciones.

Las tres peores quedaron para Yo, Daniel Blake, Star Wars: Los últimos Jedi  y Los últimos. Curiosamente una película europea de contenido supuestamente social, un supertanque mainstream y una nacional. Curiosamente también en los tres casos usé a Perro Blanco para hacer mi catarsis personal. Con la inglesa a través de este podcast que hice con Federico Karstulovich, con Star Wars en este extensísimo diálogo que se terminó dividiendo en dos partes y que me hizo ver progresivamente todo lo que detestaba la película y sobre el horror de Nicolás Puenzo en este artículo indignado.

En algún punto también, si elegí estas tres es porque representan a su modo el tipo de cine que más detesto: en el caso de Loach el cine social condescendiente y mensajero, donde el director es capaz de forzar hasta el límite de lo ridículo la desgracia de los personajes para dar el golpe bajo; en el caso de la película de Johnson por ser un cine que confunde la inteligencia con la vuelta de tuerca berreta; y en el caso de la película de Puenzo…bueno… acá simplemente puedo decir que me pareció una cosa tan horrible y con una cantidad tan monumental de defectos que dejarla afuera de las peores del año me hubiera parecido criminal.

Las menciones honoríficas quedaron por un lado para las argentinas Zama y Alanis. Dos películas nacionales creativas y ambiciosas, aún cuando la película de Martel se me haya ido desinflando un poco con el correr de los visionados. La la Land fue quizás la experiencia más emotiva y potente que me dio este 2017 que pasó (o al menos lo fueron sus últimos 15 minutos). El porvenir es esa clase de películas existenciales y con tiempos muertos que suelo rechazar pero que en este caso me resultó de una frescura y una inteligencia extraordinaria. Sirvió además para apreciarle esta notable nota de Tomás Carreto que se publicó en la revista. Y por último quedó Huye! a la que sospecho que muchos redactores tildaron de sobrevalorada con demasiada facilidad. Digo sospecho porque no me he animado a reverla por miedo a que se me caiga a pedazos en una segunda visión. Así que puedo decir que la inclusión de esta película en este ránking tiene algo de cobardía.

De las subvaloradas me quedó Extraordinario, esa aventura capraiana (por Frank Capra), sencilla e ingenua sólo en apariencia. Esas películas cuyas virtudes están además en la cantidad de defectos en los que pudieron haber caído pero finalmente no lo hicieron. Escribí sobre ella aquí.

Y finalmente al tope de las sobrevaloradas me quedó Personal shopper, esa historia de fantasmas bastante obvia y con climas de suspenso dueños de una torpeza imperdonable. Pero bueno, al menos está Kristen Stewart, esa criatura nacida para la pantalla y con una expresión tan erótica como melancólica. Vale la pena que la última oración de este balance esté referida a ella.

 

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