Cómo mueren las reinas

Por Mariano Bizzio

Argentina, 2021, 83′
Dirigida por Lucas Turturro
Con Malena Filmus, Lola Abraldes, Franco Rizzaro, Umbra Colombo, Giovanni Ciccia, Miguel Davalos

Abrir puertas y ventanas

Cuando nos acercamos a la película de Lucas Turturro, en el fondo, nos acercamos a un monstruo de dos cabezas, claramente definido: uno que piensa con potencia cinematográfica, que cree en las imágenes y en su condición de posibilidad (el trabajo sobre el encuadre, con el montaje y, especialmente, con la dirección de foto, hablan de un director consciente de qué debe hacer para que la historia se enrarezca y avance sobre un camino de ripio, con incomodidad); pero también hay otra película, que es la que arrastra un sistema de representaciones habitadas por el cine argentino durante décadas: el sistema de las alegorías.

Con su doble programa, sostenido en una tensión, que imagino entre el guión (a manos ajenas a Turturro) y las decisiones de puesta en escena, es que avanzamos los espectadores a lo largo de las imágenes de Cómo mueren las reinas. Es consciente el director de esa tensión irresuelta? Quizás si, quizás no, acaso sea lo que menos importa. Pero el problema está. Y lo llamo problema porque es un inconveniente en el que el guión no cesa de boicotear todo lo bueno que el director hace. Como si en alguna medida la voluntad alegórica (como sucede casi siempre con las alegorías) aplanara todos los matices que Turturro le imprime a la historia, como si la linealidad del guión atentara contra las rugosidades, las texturas y los climas de las decisiones de dirección.

La historia que narra la película, no casualmente, encuentra ecos en aquella que dirigiera Milagros Mumenthaler allá por 2011. En Abrir Puertas y ventanas la alegoría también campaba en sus anchas: una casa que se comportaba como un territorio más amplio a pequeña escala, un grupo de mujeres en tensión, y, finalmente, una resolución que hacía un llamado al cine nacional de la década del 80 sin el menos disimulo. En este caso, los ecos están (también tres mujeres y un hombre que ingresa para generar una desestabilización, también el descubrimiento sexual y la convivencia entre mujeres…y también un duelo frente a la ausencia), pero afortunadamente, a diferencia de aquella, los personajes de Cómo mueren las reinas no son meros registros funcionales. Son, para bien y para mal, personas complejas que llevan adelante sus vidas de la mejor manera posible, pero que no representan a ningún conjunto abstracto.

En su contraste con el film de Mumenthaler, el guión de CMLR se encuentra mucho mas cerca de las estrategias elusivas del Nuevo (hoy viejo) Cine Argentino que de las alusiones del cine post-dictadura. Pero en su carácter de representación de tensiones familiares (la abeja reina, las trabajadoras, el rito del apareamiento, la muerte del macho, etc) la película no solo no escapa a la linealidad sino que la subrraya de manera desvergonzada. De ahí que el final elegido por el director reconecte con esa tradición moderna de la que se alimentó el NCA: la de los personajes que huyen, la de las historias abiertas, las de el escape de la trampa (de las alegorías, entre otras cosas). En ese plano final de CMLR la película encuentra su propio antídoto y reconecta con lo mejor que sabe hacer: abrir posibilidades, antes que cerrar significados e ideas en compartimentos estancos.

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