Ming of Harlem
Convengamos que tener un tigre de Bengala en el piso 21 de un departamento en Harlem no es cosa de todos los días. Menos aún si el departamento en cuestión es, por así decirlo, promedio: espacioso, con varios cuartos, luminoso pero sin lujos de ningún tipo, ni un estanque artificial ni una jungla de hojas de plástico que intenten reemplazar aunque más no sea malamente algún paraíso tropical. Aún más bizarro es obligar al tigre a compartir el departamento con un cocodrilo, aunque para ser precisos, y en función de una convivencia que se pretende civilizada (pedirle justamente civilización a ellos no parece tener demasiada lógica, pero está claro desde el vamos que nada de todo esto lo tiene), cada uno tendrá su cuarto propio