Si las tres etapas previas del recorrido de lo heroico en la obra de Eastwood el heroísmo todavía podía funcionar como posibilidad, es en esta, la cuarta etapa, la que muestra la implosión de la figura. Por eso es correcto pensar en las películas de esta etapa como películas que expresan un heroísmo residual, maldito, antiguo, como si fueran películas capaces de mostrar la contracara de lo que el actor y director había sabido construir a lo largo de la mayor parte de su obra. Este pesimismo plaga a las películas de esta zona oscura de falsos mártires, héroes que para construir una vida en comunidad deben conceder un cierto grado de impunidad, héroes de guerra incapaces de construir una vida civil, héroes civiles señalados por la justicia, sociedad y medios (invirtiendo la carga de prueba de cualquier sistema democrático), pero también son héroes opacos, tristes, accidentales, mayores y menores a la vez.