El motin del Caine
Hace no tanto falleció el gran William Friedkin, ese gran realizador de obras maestras comprendidas, como Contacto en Francia y El exorcista, pero también de incomprendidas, como El salario del miedo y Vivir y morir en Los Ángeles. Ese cineasta que en sus últimas décadas quedó bastante marginado en Hollywood -a diferencia de otros autores que saltaron a la fama en los setenta, como Steven Spielberg y Martin Scorsese. Y que en esos años finales aplicó un método consistente en adaptarse a materiales ajenos, pero infiltrándolos sutilmente, dejando apuntes con su sello, tal como volvió a hacer en The Caine Mutiny Court-Martial, su última película.