El chef
Sam Mendes y Alejandro González Iñárritu, con sus regodeos formales para sustentar manipulaciones de todo tipo -estéticas y narrativas, pero también éticas y morales-, ya tienen herederos de todo tipo. Por eso ahora llega El chef, que recurre a un único plano secuencia de noventa minutos en un único espacio (un restaurante en crisis) para así desplegar una multitud de conflictos sin mucho criterio y con lo discursivo imponiéndose a cualquier otro tipo de sensibilidad.