Vuelve el cine. Eso es la novedad. Al menos vuelve a las salas, algo que nos fue quitado hace casi un año con la cuarentena de marzo de 2020. Ahora bien: vuelve todo a la normalidad? Es motivo de festejo? Si y no. Si, desde ya, porque el regreso a las salas y a la presencialidad nos retorna a la experiencia colectiva de ver cine en pantalla grande, junto a desconocidos, en el marco de la recuperación de la práctica inmersiva que supone ver una película a oscuras y frente a una pantalla grande. Ahora bien, nada ha pasado? No: el retorno a la salas es también un retorno empobrecido, porque ha afectado notablemente a los estrenos independientes y a las pequeñas salas, porque también la pandemia y la cuarentena (pero también la inacción de parte del INCAA a la hora de alentar nuevos espacios de exhibición) ha empequeñecido la oferta y el panorama de diversidad audiovisual. Pero todo esto se da en el marco de un verdadero agigantamiento de parte del sistema de plataformas, tanto industriales como del llamado cine arte (Netflix, Amazon Prime, Disney +, Apple +, HBO Paramount +, Flow, Mubi), algo que si bien podía preverse hace más de un año, no hizo más que acelerarse en el plazo de los últimos doce meses.