Bafici 2022 – Diario de festival: Marx puede esperar, Viaje a alguna parte, A Távola de Rocha

Por Aníbal Perotti

Marco Bellocchio, Fernando Fernán Gómez y Paulo Rocha son tres artistas imprescindibles del cine europeo contemporáneo. Las tres películas que se presentan en el BAFICI trascienden todas las convenciones del documental y a su vez sirven como una introducción al universo singular cada uno de ellos. Bellocchio reconstruye el retrato de su familia con una película conmovedora de carácter intimista que pone a prueba sus convicciones. El cineasta aborda el suicidio de su hermano gemelo a los 29 años y reflexiona, de una forma necesariamente más humana y personal, sobre la familia y la muerte, temas que siempre han tenido una presencia abrumadora en su filmografía. En este sentido, Marx puede esperar continúa e ilumina su subversiva trilogía autobiográfica compuesta por la genial opera prima I pugni in tasca de 1965, Gli occhi, la boca de 1982 y L’ora di religione (Il sorriso di mia madre) de 2002, pero esta vez de un modo aún más directo: mediante diálogos detallados, crudos y profundos con familiares, en especial con sus cuatro hermanos vivos. La descripción de cómo su madre y sus hermanos encontraron el cadáver resulta más escalofriante que cualquiera de sus ficciones. Marco Bellocchio vuelve cada dos décadas sobre este pequeño teatro trágico de los orígenes que guarda una infinidad de dimensiones por explorar: no sólo la culpa de los sobrevivientes sino sobre todo la inquietante esencia de la familia. Las conversaciones son un material inagotable que el cineasta puntúa con archivos, fotografías, textos e imágenes en movimiento para hacernos conocer a los otros: aquellos que no han filmado su vida.

Medio siglo después del suicidio de Camillo, la reunión familiar se convierte en una oportunidad (tal vez la última) para intentar comprender, investigar y desandar las múltiples hipótesis, al tiempo que revisitan la infancia y la juventud en común. Los recuerdos que surgen se conectan con fechas clave en la historia de Italia y con momentos fundamentales en la carrera cinematográfica de Marco. La combinación de las imágenes filmadas en Super 8 en las que aparece el propio Camillo Bellocchio con las escenas de las películas de su hermano funcionan como una guía para entender el proceso creativo del cineasta. Los testimonios sobre el trauma familiar ponen de relieve la negación general de lo sucedido: un golpe demoledor dejó a toda la familia en un estado de estupor que la película parece empezar a disipar.

Viaje a alguna parte es una película extraña, emotiva y singular con la que Helena de Llanos logra transmitir el espíritu libre de Fernando Fernán Gómez. La directora entra en la casa que habitó su abuelo junto a Emma Cohen y se deja llevar por el torrente creativo de la pareja, por la atmósfera lúdica y por los fantasmas que habitan entre los objetos, los libros y los muebles. Guiada por esta obsesión y por su propia experiencia entre el documental y la ficción, la directora crea una suerte de ensayo poético, entre el sueño y la abstracción, que se nutre de documentos, fotos, cuadernos, entrevistas y momentos cotidianos del pasado colocados de un modo asombroso en cajas, paredes y habitaciones de la casa, sin perder la coherencia del conjunto. El viaje personal de la joven Helena entre la marea de archivos convive con total libertad con una genial conversación entre su abuelo y José Sacristán a través del tiempo.

La película reivindica la labor como cineasta de Fernando Fernán Gómez, que realizó varias de las mejores películas de la historia del cine español, sin concesiones y adelantándose a su tiempo. La libertad formal y narrativa de Helena de Llanos le permite experimentar con una suerte de montaje mágico que la hace dialogar con fragmentos de las películas de su abuelo. Paradójicamente, algunos archivos reales como la fiesta de los pelirrojos parecen de ficción. Las imágenes se vuelven atemporales y las fronteras entre los diferentes registros se diluyen en un clima de ensueño que envuelve a esta película tan original como maravillosa que trasciende el homenaje sincero.

A Távola de Rocha toma su título de una declaración de Paulo Rocha equiparando a su cine con una mesa donde cada uno aporta lo suyo y luego queda lo mejor. Samuel Barbosa, quien fuera su asistente desde 2001 hasta su muerte, reconstruye el fascinante universo del cineasta utilizando material de archivo, entrevistas, anécdotas de rodaje y fragmentos de sus películas. Barbosa ubica a los actores, amigos y familiares de Rocha en escenarios que los involucran personalmente para que afloren los recuerdos y disparen la narración por nuevos caminos. Las anécdotas se mezclan con el relato intimista del homenajeado sobre los primeros años de su vida y la relación con su madre. Las voces del presente resuenan en un montaje fílmico de su obra que muestra el cariño constante por sus personajes y la fluidez con la que se desplazan en el espacio que habitan.

Samuel Barbosa hace una nueva edición de planos secuencia de distintas películas de Paulo Rocha para que dialoguen con la palabra del cineasta plasmando su modo de ver el cine y el mundo. La película aporta detalles sobre su singular manera de filmar, desde la notable ópera prima Os Verdes Anos donde la sensibilidad popular resplandece en cada plano marcando un hito que inaugura el nuevo cine portugués, hasta A Ilha dos Amores inspirada en el escritor Venceslau de Morais, oficial de la armada portuguesa que vivió en Japón. Rocha también vivió en Japón más de siete años como agregado cultural en Tokio y la relación con ese país es uno de los ejes centrales de la película. Barbosa busca las correspondencias entre ambos personajes llegando a una puesta en abismo en la escena en la que Moraes escribe mientras mira una foto de su padre que es en realidad el de Rocha. A medida que la película avanza la mixtura de los diversos dispositivos formales encuentra un nuevo sentido: partiendo de la conmovedora relación epistolar entre Rocha y Barbosa, el documental se funde con un ensayo poético que logra transmitir la singularidad de este extraordinario cineasta revalorado en los últimos años gracias a festivales como el BAFICI

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