Bafici 2023 – Diario de festival : Faraday, Los terrenos, Las demás

Por Santiago Gonzalez

“My friends? What world are you living in? I don’t need friends. I need fans.”. Con esta cita a Scream 4 (Wes Craven, 2011) comienza Faraday, quinta película del realizador español Norberto Ramos del Val cuya filmación transcurrió durante dos semanas en el 2013 y que da muestra de su amor tanto por la saga creada por Kevin Williamson y Wes Craven así como por el cine de terror y la cultura chatarra. Faraday (Javier Bodalo) es un muchacho que cree que puede mover los objetos con la mente. Una especie de Carrie masculino, incluso aunque sepamos desde el principio que no es así, ya que se trata de un personaje estrafalario que vive en su propio mundo. Los años pasan y vemos sus constantes fracasos tratando de ser tomando en serio. Su lista de fracasos también se desplaza a su vida: vemos que siempre fue tratado como un rarito por casi todos los que lo rodean. Pero esto cambia cuando conoce a Pati (Diana Gomez), una fanática por cocinar cupcakes, fanática que, además, tiene un blog con pocos seguidores. Pati es similar a Fadaray, es otra persona delirante que vive en un mundo imaginario, una persona que piensa que algún día se le le abrirán las puertas al éxito. Como es de prever, entre los dos se inicia una relación que los hará convivir juntos en un departamento. Pero esto no termina ahí: el departamento está embrujado. 
Si el motivo de tanta en masacre en Scream 4 era porque Jill estaba obsesionada con ser famosa -aunque eso significara matar a todos sus amigos-, esa idea de la obsesión por la fama en tiempos de redes sociales es retomada por Norberto Ramos del Val en Faraday, en donde todos los personajes, de una manera u otra, están obsesionados con ser reconocidos y cualquier atisbo de posibilidad que los acerque a ese anhelo lo viven como una fiesta. Naturalmente lo que no ven es que son perdedores. Asi las cosas la película no es cruel con esa autopercepción: ellos viven felices en esta idea de que son especiales, incluso festejando algún incremento en el puñado de seguidores. Fadaray por su lado no busca tanto la fama en base a seguidores sino que busca ser tomado como un verdadero psíquico. El resto de los personajes los rodean tampoco acepta el fracaso de sus vidas (la madre del protagonista vive en una negación constante, el antiguo maestro de Faraday no puede pagar lo que consumió en un bar un experto en lo paranormal ve como su oficina es vaciada).
Si bien hemos escuchado una y mil veces que el cine sirve como vía de escape a las miserias del mundo, aquí no hay condescendencia aplicada a esa idea. Del Val construye un mundo de amores por la cultura pop más o menos sofisticada, más o menos basura. Un mundo donde puede convivir Wes Craven, la saga de Actividad Paranormal y los detalles visuales de Edgar Wright (sobre todo en referencia a Scott Pilgrim vs the world (2010) película que sea dicho de paso también estaba construida en base al mundo del comic y los video juegos).
En Faraday todo es hiperbólico: los personajes, la premisa, el humor al punto de que el espectador podría no tomarse en serio todo lo que ocurre. De ahí que las actuaciones vayan por el mismo camino, todas exageradas y sobreactuadas (Diana Gomez es espectacular llevando al extremo esta idea). A su vez el tono cambia constantemente de una escena a otra,como si nada importara para el verosimil. Fadaray es una película errática, una película que habita en su propio mundo que nos invita vivir en ella y que nos rechaza. Una película incomprensible y única. 

El color rojo abunda en todos los planos en Los terrenos, la nueva película de la realizadora Veronica Chen. Una de las primeras imágenes que aparecen en pantalla son las de unas manos ensangrentadas que luego sabremos corresponden a Vera (Azul Fernandez) una mujer de clase alta, casada que está embarazada y que se enamora de unos terrenos cerca del mar en Uruguay. Ella desea construir algo ahí pero la dueña, una mujer de bajos recursos y con dos hijos, se niega. La cosa se complica ya que quien se encarga de vender esos terrenos es un hombre llamado Suarez (Cesar Troncoso) quien de entrada sabemos por como la ve detrás de esos lentes oscuros que se siente atraído por ella. Suarez pareciera no querer venderle ese espacio sino otros pero cambia de opinión cuando se da cuenta de la determinación de Azul o también de lo caprichosa que es, ya que lo que quiere lo consigue sea como sea. Suarez va a aprovecharse de esto y comenzara a acosar y seguir a la protagonista.
Volvamos al rojo. Cuando Vera aparece por primera vez en pantalla lleva los labios pintados de un rojo fuerte, las unas pintadas del mismo color, mas tarde se le sumara una bufanda pero lo cierto es que ella está rodeada por ese color, como ocurre en su casa en donde aparecen ollas, tazas o lámparas. El rojo está fuertemente ligado a la pasión/intensidad pero también a la muerte. Y en base a esto es como Veronica Chen va construyendo visualmente a su personaje principal, la debutante Azul Fernandez, quien pasa por distintos estados mentales pero siempre con firmeza como si ya tuviera una larga carrera en la pantalla. La directora no busca que juzguemos a su personaje por buscar formas poco convencionales de conseguir lo que quiere sino que la acompañemos. En todo caso lo que logra es instalarnos preguntas a los espectadores y que seamos nosotros los que decidamos, porque si hay una estrategia que funciona en esta pelicula es esa constante interpelación moral a quienes estamos de éste lado de la pantalla.
Bien podríamos decir que Vera es una verdadera femme fatale, una Sharon Stone (tiene el pelo rubio y corto como ella) salida directamente de Bajos Instintos (Paul Verhoeven, 1992) y Casino (Martin Scorsese, 1995). Se tratan de personajes fríos y seguros de sí mismos que buscan una vida cómoda. Más allá de los artificios de los géneros a los que suscriben estas películas mencionadas, Los terrenos va por un camino más realista, casi documental. Algo que la directora rompe en dos escenas en donde el punto de vista cambia radicalmente y que la acerca a un thriller. Hay también otra película de la cual se siente su sombra y es Marnie (Alfred Hitchcock, 1965) la historia de una ladrona que es descubierta por un hombre que utilizará esto para generar una presión sobre ella. Pero también están presentes algunas referencias a Frenesí (Alfred Hitchcock, 1972) pero sin el humor del director ingles.
Hay otro color que surge como contraposición al rojo, y es el azul. Color que se ve reflejado en ese mar que su protagonista visita constantemente, en el clima de aquel paraje casi siempre nublado, en la piscina donde vemos a una arañita ahogándose, en algunas ropas que usa Vera pero sobre todo en el personaje de Suarez. Hay una contraposición constante entre ambos que también  habla de la lucha de clases que ocurre durante toda la película. Ella rubiecita, de clase alta que vive en una casa con un portón para que nadie entre. De él no sabemos absolutamente nada más allá de que es alto, de pelo oscuro y que viste de gris pero los colores terminan uniéndolos.
En buena medida, Los terrenos plantea el cierre de una idea que venía trabajando Veronica Chen en su anterior película, Marea alta (2020): la persistencia de la lucha de clases. Ricos que aprovechan su poder y pobres que les dan una lección. En esa batalla se genera situaciones de tensión constante. Por otro parte ambas películas comparten ciertas similitudes. Personajes femeninos invadidos por otros que al descubrir cierto secreto comienzan a violentar la privacidad de sus vidas. Historias que tienen de fondo el mar y en donde los maridos no tienen peso en la historia y parecieran estar más de adorno que otra cosa. Es una mirada fuerte y muchas veces incomoda pero que termina convirtiéndose en grandes películas, de esas que movilizan al publico una vez terminado los créditos.

Las demás es una comedia ¿Una comedia sobre una chica que quiere abortar en un país donde está prohibida esta práctica? ¿Por qué no? la historia del cine nos ha enseñado que a través de los géneros se pueden contar problemáticas sociales sin la necesidad de volverse discursiva, o peor aun cayendo en un discurso bien pensante como puede ocurrir con muchas películas actuales y sobre todo aquellas que se meten en ciertos terrenos. Por suerte en Las demás, opera prima de la directora chilena Alexandra Heyland, esto no ocurre. La película es una feel good movie que tiene como influencia a la irreverencia del cine de John Waters mezclada con la cultura trash y punk representado por el color rosa que hace su aparición en cada plano de esta película. Pero si hay algo en esta conjunción que hace cortocircuito. Las pinceladas humorísticas funcionan en varias secuencias, entre ellas como se las rebuscan las protagonistas para conseguir dinero, pero más allá de ciertos momentos puntuales no es una película que nos gane por su humor, de hecho este en general no logra su cometido. Y es una lástima porque la intención de contar la historia de esa manera es muy valiosa y bienvenida. En donde si gana Las demás es en esa relación entre las dos amigas protagonistas interpretadas por Nicole Sazo y Alicia Rodriguez quienes tienen una química real y es en donde su directora más se apoya. Son en las pinceladas de su día a día y sus conflictos en donde los momentos más felices de esta propuesta se encuentran. Y Heyland asi parece entenderlo, porque según ella quería hacer una película con personajes femeninos que la interpelaran algo que sentía que el cine no hacía. Viendo Las demás es evidente que lo logro.

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