Cannes 2017 – Diario de festival (7)

Por Fernando Juan Lima

Crónicas canninas (7)

Por Fernando E. Juan Lima

Geu-hu (The day after) es la película que Hong Sang Soo presentó en la Comptencia Oficial del festival (la otra es “la otra”, el divertimento, el jueguito generado durante su estancia anterior, la obra menor). Las dos comparten, si se quiere, una misma estructura: un hombre relacionado simultáneamente con dos mujeres y la llegada de una tercera rompe con el equilibrio hasta entonces existente. Claire’s Camera comenzaba con la productora de cine despidiendo a una empleada sin aclararle por qué pero en razón de la relación de ésta con su pareja; luego, la llegada de una turista (Isabelle Huppert) y sus fotos daría lugar a la deriva narrativa a la que referimos en este diario. Aquí el director de una editorial se reparte entre su mujer y su secretaria y la bomba explota una vez terminada esta última relación, cuando la esposa va a increpar a los amantes pero lo hace con una nueva empleada que nada tiene que ver. Desde Yourself and yours (y más aún en On the beach at night alone) las películas de Hong parecen más tristes y auto-referenciales. Aunque esta vez no haya nos encontremos con directores, productores o actores de cine, y hasta haya menos soju que en la mayoría de sus realizaciones, la referencia a la separación, al fin del amor, a la imposibilidad de la fidelidad resultan más dolorosos. La posibilidad de encontrar la felicidad y hasta la creencia o no en Dios (una de las protagonistas esconde ser creyente porque, dice, eso es usualmente motivo de burla o es tomado como signo de poca inteligencia) son temas aludidos en la deriva narrativa. Por supuesto, a la manera de Hong. Esa manera que nos acompaña y nos deja pensando.

Pensando, entre otras cosas, en los celos. Esa manera de concebir las relaciones humanas cual posesiones. Ese sentimiento que está en las dos joyitas que pude ver en Cannes Classics: L’Atalante, de Jean Vigo y Madame de… , de Max Ophüls. Ambas, a su manera, tristes comedias brillantes, recuperadas en copias como de estreno (de hecho, L’Atalante se dió en copia de Gaumont en 35 mm en la versión completa desconocida hasta ahora). A pensar triple programa para próximos festivales argentinos….

How to talk to girls at parties resulta un agradable regreso de John Cameron Mitchell a lo que disfrutamos en Hedwig and the angry inch (2001) y Shortbus (2006) y que había descarrilado en El laberinto (2010). Estamos en el Reino Unido y el año es 1977. En plena efervescencia del punk tres amigos terminan en una especie de fiesta u orgía habitada por extraños seres. Sabremos luego que se trata de extraterrestres que preparan una invasión a la tierra. Coming of age, historia de amor, en definitiva, Cameron Mitchell lleva al extremo el concepto de “tribu”, cruzando el punk (con su madrina, o abuela, encarnada por Nicole Kidman) con todo lo ajeno, todo lo que para su cosmovisión, resulta ajeno, extraterrestre. Las distintas visiones, los distintos lenguajes dan lugar a los momentos más cómicos y tiernos, en los que no se puede sino amar a Elle Fanning. Algunos minutos de más, y la clásica defección final que caracteriza a este realizador.

Hikari (Radiance), de Naomi Kawase no está en modo alguno a la altura de Shara (2004). Ni siquiera de su película siguiente, El secreto del bosque (2007). Sin embargo, ante lo último que habíamos visto de la directora japonesa en estas mismas costas (An,que pasó también por este festival, en 2015) puede advertirse cierta recuperación. Es difícil no tomar a la película presentada en la Competencia Oficial como una reflexión sobre la propia obra de Kawase. La protagonista se dedica a la audiodescripción de películas para no videntes. Su encuentro con un personaje que está perdiendo completamente la visión, llevará a reflexionar sobre la palabra y la imagen, así como (tal como sucede siempre en la obra de la realizadora), disparará cierta conexión con el pasado, con lo atávico. El problema es que, tal como viene sucediendo últimamente, la directora nos trata como si todos fuéramos no videntes, explicando constante y detalladamente lo que vemos y -peor aún- lo que ello significa. ¡Cómo se extraña la sutileza de Kawase! ¡Cómo se añora la epifanía de Shara!

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