Apuesta maestra

Por Ignacio Balbuena

Apuesta maestra (Molly’s Game)
Estados Unidos, 2017, 140′
Dirigida por Aaron Sorkin.
Con Jessica Chastain, Idris Elba, Michael Cera, Kevin Costner, Jeremy Strong, Chris O’Dowd, Bill Camp, Graham Greene y Bryan D’Arcy James.

Daddy issues

Por Ignacio Balbuena

En el capítulo 18 de la quinta temporada de 30 Rock, Aaron Sorkin hace un cameo, parodiándose a sí mismo y sus procedimientos formales recurrentes, como su uso del diálogo enérgico y rápido o el ‘walk and talk’, ese recurso en el que dos o más personajes caminan a la vez que hablan, disimulando la exposición en el medio de un diálogo veloz y el dinamismo de la caminata. No son muchos los guionistas de cine que logran insertarse en la cultura pop de esa forma. Sorkin consolidó definitivamente este status a través de la gran Red Social, película que reunía una gran cantidad de sorkinismos, que combinados con la dirección maestra de Fincher, dieron como resultado una película extraordinaria. Aún colaborando con directores con un estilo visual preciso y reconocible (Fincher, o Danny Boyle en Steve Jobs), la voz de Sorkin emergía notoria en esas películas, pero contenida a la vez por directores que supieron aprovechar su manejo de las voces y la estructura en función de su propia forma de narrar. En Apuesta maestra, debut como director de Sorkin, ya no aparece la colaboración como una forma de aprovechamiento y restricción simultánea, y estamos ante una película 100% sorkiniana, sin límites a su estilo. Allí residen tanto las fortalezas y debilidades de la película, en esas voces en off y diálogos veloces que por momentos resultan excesivos y agobiantes pero también le dan a la película un ritmo y una energía enormes, como un asalto a los sentidos que al comienzo resulta agobiante, desorientador, pero que me siguió resonando varios días después de ver la película.

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Siento que debería volver a ella , ahora ya conociendo la trama y los personajes, para re-escuchar los diálogos y tratar de captar mejor su cadencia, su ritmo, su melodía. Los diálogos para Sorkin son como música, que empiezan en una combinación cacofónica de voz en off, exposición, líneas temporales varias y material de archivo, y concluyen de forma más elegante, como un director de orquesta que va encontrando de a poco la forma de reconciliar elementos diversos, y encuentra la forma de disponerlos en armonía (aún a costa de un Kevin Costner Ex Machina, como veremos en breve.)

Pensé un poco en American Made, aquel film de Tom Cruise del año pasado que también contaba una historia a lo Scorsese de ascenso y caída, con una narración en off que hacía ping pong entre varios momentos de la vida del protagonista. Pero si el Barry Seal de American Made es un hustler que agota sus posibilidades hasta que el propio sistema que alimentó lo descarta, Molly Bloom es una firme adherente a las leyes, conocedora de cada intríngulis y recoveco legal y también dispuesta a rechazar cualquier maniobra que la deje en offside. Por eso sostiene su culpabilidad hasta el final, confiando en el sistema y tratando de mantener su integridad (incluso con una referencia forzada pero autoconciente a Las brujas de Salem: ‘because it’s MY NAME) y Jessica Chastain interpreta esta determinación con el mismo temple que la caracteriza desde La noche más oscura. El sparring verbal constante con otros personajes en oficinas, pasillos y los cuartos decadentes de su juego de poker, marcan el pulso de la película, desde el abogado interpretado por Idris Elba, hasta el sociopático ‘Jugador X’, que se roba buena parte de la película gracias a Michael Cera, que de a poco está encontrando su nicho como un character actor idiosincrático.

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En el mundo real, ese jugador que no disfruta del poker pero si de arruinar vidas, es Tobey Maguire, según los varios artículos que comentan la historia detrás de la película. Y es realmente, una historia de proporciones épicas: una atleta competitiva que luego de un accidente tremendo construye un juego de poker semi-legal que involucra a figuras como Ben Affleck o Leonardo DiCaprio primero, y a integrantes de la mafia rusa después. Una historia de gambetas monetarias imposibles, noches interminables marcadas por la adicción al juego y las drogas duras, y de mafiosos italianos intimidantes. Pero Sorkin se aleja de todo sensacionalismo posible y cuenta la historia filmando charlas en oficinas y pasillos, dejando el poker como algo muy lateral en una historia que es finalmente, sobre ambición de poder y daddy issues sin resolver.

Kevin Costner hace aquí de ese padre exigente al extremo que suele acompañar a las atletas olímpicas y que en medio de una especie de breakdown de Molly, aparece cerca del final para exponer en una conversación los ‘grandes temas’ de la película en una sesión de terapia express. Red social lograba un efecto similar superponiendo a Mark Zuckerberg dándole F5 a la solicitud de amistad de su ex (Rooney Mara). Sobre las placas típicas de toda biopic, suena el tema ‘Baby You are Rich Man’ de los Beatles, con un zoom lento a la cara de apatía de Jesse Eisenberg.

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En cambio, Aaron Sorkin sienta a los personajes centrales a exponer los temas de la película en una conversación en el parque, en una escena que funciona por muy poco, gracias a un Kevin Costner gigante (que es capaz de aportar gravitas hasta en cosas como Hombre de acero). Para otro director sería mas fácil exorcizar esa escena, pero Sorkin la hace funcionar no por su manejo de la cámara (mayormente funcional, correcto y sin virtuosismos), sino por su manejo experto de la conversación y el fluir del diálogo a través de los ritmos del montaje. La música es la misma que en las versiones pasadas de Sorkin, y acá la encontramos más recargada, con el amplificador en 11, pero con una melodía familiar que corre por debajo. Tal vez el mejor Sorkin es el Sorkin que colabora con otros y hace dialogar (pun intended) su estilo con narradores visuales de mayor habilidad, pero aún así Apuesta maestra es un excelente ejercicio que muestra una visión del mundo de forma transparente.

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