Ava
EE.UU., 2019, 97′
Dirigida por Tate Taylor
Con Jessica Chastain, Colin Farrell, John Malkovich, Common, Geena Davis, Jess Weixler, Joan Chen, Adam Desautels, Arthur Hiou, Christopher J. Domig, Ian Dylan Hunt, Scott Sederquist, Diana Silvers, Ioan Gruffudd, Ronald Woodhead, Janelle Feigley, Halle Curley, Cassidy Neal
El problema del verosímil
En Ava se combinan dos problemas graves encarnados en apenas dos figuras: Jessica Chastain y Tate Taylor. La actriz quiere posicionarse como heroína de acción pero nunca es creíble en ese rol; el director, al igual que con La chica del tren, no termina de entender las reglas del género que le toca y por ende se muestra incapaz de construir un verosímil sólido. Los resultados para la película son fatales.
La intención de Ava parece clara: seguir la senda de sagas como Bourne o John Wick -asesinos profesionales tan expertos como conflictuados- pero en una vertiente femenina. En este caso, tenemos a una asesina a sueldo que trabaja para una misteriosa agencia privada, con un mentor (John Malkovich) que funciona también como enlace con el jefe de la compañía (Colin Farrell). Como si no tuviera suficiente con su pasado oscuro plagado de adicciones y la culpa que siente cuando debe despachar cada uno de sus objetivos (que la llevan a interrogarlos sobre qué hicieron para merecer ser eliminados), Ava además mantiene una tensa relación con su madre (Geena Davis), su hermana (Jess Weixler) y su cuñado (Common), que encima en algún momento fue su ex pareja. Toda esta acumulación de tramas y subtramas amagan con entrar en el terreno de lo telenovelesco, lo cual no estaría mal si hubiera algo de consciencia por parte del film a la hora de abordar el material.
El gran problema es que claro, no hay ningún tipo de consciencia por parte de Taylor y eso ya se puede ver desde la primera secuencia. Allí vemos a Ava fingiendo ser una chofer y seduciendo a un ejecutivo, al cual luego interroga y termina asesinando, todo mientras alguien la vigila sin que ella esté al tanto. Si ya los diálogos hacen un montón de ruido, tanto el montaje como la elección de planos y hasta las actuaciones llevan a que todo se torne poco creíble. Más aún porque Chastain nunca evidencia desde su físico y movimientos el carisma y la fisicidad suficientes para ser creíble como una asesina letal, y las coreografías -además de la puesta en escena- la dejan totalmente expuesta. Todo esto se va potenciando a medida que pasan los minutos, a tal punto que esa ensalada de acción, thriller y drama repleto de vínculos rotos nunca involucra al espectador a pesar de las constantes remarcaciones. A lo sumo se puede rescatar las labores de Davis y Malkovich, que con poco esfuerzo -y algo de compromiso- logran transmitir la carga emocional correspondiente a sus personajes
Tan fallida es la apuesta de Ava que termina teniendo un logro paradójico: todos sus conflictos están desarrollados a medias, a las apuradas y sin consistencia en algo más de noventa minutos, pero aun así aburre soberanamente. Por momentos da la impresión de que sus diversas líneas argumentales daban más para una serie o miniserie, en la que cada personaje que se cruza con la protagonista tuviera el despliegue apropiado. Eso queda más claro en los minutos finales, cuando Taylor pareciera arribar a un entendimiento más sólido de las herramientas narrativas, genéricas y estéticas con las que cuenta, lo que le permite generar una tensión más palpable, particularmente en una lucha cuerpo a cuerpo entre Chastain y Farrell que -casi de milagro- está razonablemente bien filmada.
