Bafici 2019 – Diario de festival (7)

Por Gabriel Santiago Suede

El cine salva

Por Gabriel Santiago Suede

Por lo pronto en el tercer día se hizo la luz y comenzó el festival. O al menos para quien aquí escribe. Primer Bafici como crítico, pero no el primero de mi vida, claro está, me tomé el asunto con un inusual relax. Y opté por cierta previsibilidad feliz. La sucesión armoniosa de documentales (o casi) que trajo este día cambió el estado de ánimo melancólico, ese estado de ánimo que a veces sucede durante los festivales. The Great Buster: A celebration Apuntes para una película de atracos fueron dos de esas maravillas. La tercera fue el documental Boom: A film about The Sonics. La primera no es otra cosa que el retorno de Bogdanovich a uno de los terrenos que mas alegría genera su obra: el documental. La segunda, en cambio, es uno de esos documentales contemporáneos que comienzan como work in progress pero terminan en lugares más o menos imprevisibles (por momentos recordando a ese talento local que es Mariano Donoso). La tercera fue pura emoción, previsible, pero emocionante al fin de cuentas.

4841501

Apuntes para una película de atracos, el segundo largometraje de Leon Siminiani parte de un estado de indeterminación inicial, parte de muchas preguntas para luego, de a poco, empezar a transitar el camino de una narración más desprovista de amor por la propia voz (vale preguntarse si era necesaria la presencia obsesiva del director frente a cámara durante tanto tiempo) y más concentrada en narrar. Narrar la historia del hijo de un histórico ladrón de bancos con la modalidad del boqueteo (hacer agujeros y entrar por el piso o paredes) que en algún momento rompió el código de ética de su padre, que fue apresado y encarcelado, es la principal preocupación del director, sin dudas. Pero también lo es su propio mundo, su propia necesidad de decir aquí estoy, decisión que por momentos funciona felizmente (en particular cuando aparece referido el aspecto de la paternidad que comparte con su entrevistado), pero en otros no deja de tener algo de celebración onanista que ha terminado por instaurar la est-ética de los documentales work-in-progress. Asi y todo la película se las arregla para no caer en el reenactment simple, ni en el formato periodístico. Y lo hace porque puede cambiar registros sin solución de continuidad. Acaso algo excedida con el tiempo que se toma para narrar algunas de las desventuras de rodaje, con el advenimiento del final, se recupera la empatía y la ternura. El gran plano final es una salutación hermosa a el espíritu de camaradería que resulta ser lo más logrado de este documental, en donde la película reescribe una historia y la mejora.

Buster

El documental de Bogdanovich es, para quien esto escribe, sorprendente por lo convencional. No es malo. No es pobre. Sencillamente dice todo lo que tiene que decir, cuenta todo lo que presumiblemente podríamos llegar a conocer sobre Buster Keaton (aunque se guarda algunos ases en la manga para dosificarlos adecuadamente) pero quizás el modo en el que lo hace, estructuralmente hablando, es lo menos convencional. En ningún momento la voz monocorde de el gran Pedro nos propone avanzar de manear tradicional y lineal a lo largo de la vida de BK, sino que decide aproximarse a un concepto: Keaton fue un genio que duró 10 años. Y no supimos apreciarlo a tiempo (o al menos quienes pertenecieron a esa época). Por eso en la película el espíritu de celebración es el que organiza el material narrativo: no hay un didactismo que promueva el conocimiento de la obra del director y actor, sino que hay una selectividad que busca concentrarse en la idea del genio no percibido. En ese sentido, como si se tratara de la operación de Borges sobre Carriego o de Correas sobre Masotta, lo que hace Bogdanovich dice mucho más sobre si mismo, sobre la percepción melancólica de su propia obra que sobre Keaton, a quien le dedica entrevistados inusuales (entre ellos Johhny Knoxville, quien bien podría ostentar el título de heredero de lo keatoniano por otros medios en Jackass, en particular la película en 3D). Cuando terminé de verlo me quedó esa sensación: confirmé cosas que ya sabía sobre el gran Buster, pero terminé por entender que en Bogdanovich también anida un espíritu necesitado de reivindicación (recordemos que se trata de uno de los directores olvidados de la generación del 70 quizás uno de los tres olvidados junto a Michael Cimino y William Friedkin).

The Sonics 2

La última película de la jornada, bien entrada la noche, me la trajo la previsible pero no por eso menos emocionante película sobre The Sonics, que supo ser un grupo puente entre un rockabilly tardío, el rock de garage y cierto proto-punk. Si, la película no deja de pasar por todos y cada uno de los lugares comunes del rockumentary sobre surgimiento, apogeo y caída. Pero lo hace con honestidad, sin vueltas de tuerca raras (aunque si apela a un mazazo emocional repleto de golpes bajos, golpes que se veían venir desde el minuto uno) y demostrando un enorme amor por la banda en cuestión. La banda que le da el nombre al documental no es más que un conjunto de cinco setentones que luego de haberla pegado con algunos hits en los 60s se disolvieron -y se dedicaron a ocupaciones convencionales, con vidas proletarias como las de cualquier persona común, sin ningún pasado extraordinario- pero durante dos décadas se convirtieron en la influencia oculta y el secreto mejor guardado del rock estadounidense. Lo interesante es que la película acompaña el resurgir de la banda casi 30 años después de su disolución. Y los sigue registrando la incredulidad de sus integrantes a lo largo de una última serie de conciertos, hasta la nueva disolución, con los músicos de la banda complicados de salud, pero satisfechos de la tarea cumplida. Hacia el final, el director retorna sobre sus propios pasos, sobre su relación con su padre y le dedica a la banda el agradecimiento más importante: haber recuperado una relación casi inexistente con alguien con quien no tenía vínculo.

Terminado el viernes, con varias películas encima, yo también finalizo la tarea. El tarde y el retorno es en solitario. Como en muchas ocasiones, el cine suele ser la mejor compañía.

¿Te gustó lo que leíste? Ayudanos con un Cafecito.

Invitame un café en cafecito.app

Comparte este artículo

Otros ArtÍculos Recientes

Enterate de todo...

Recibí gratis todas las novedades en tu correo a través de nuestro Newsletter