Bárbaro

Por Santiago Gonzalez

Barbarian
EE.UU., 2022, 102′
Dirigida por Zach Cregger
Con Georgina Campbell, Bill Skarsgård, Justin Long, Jaymes Butler, Trevor Van Uden, J.R. Esposito, Sophie Sörensen, Kalina Stancheva, Matthew Patrick Davis

Espectadores, expectativas

La mala suerte rodea a los personajes de Bárbaro. La protagonista Tess (Georgina Campbell)  cae en una noche lluviosa a una casa que había alquilado en Detroit para descubrir que está habitada por Keith (Bill Skarsgard). Parece ser un error de Airnb, porque la zona donde se encuentra la casita esta venida a menos y no parece vivir nadie, la contraseña para entrar no funciona, no tiene sabanas limpias y tiene que pasar la noche con un extraño. La cosa empeora porque es perseguida por un vagabundo desde una importante entrevista para trabajar en un documental sobre Detroit. Y para variar se queda encerrada en el sótano después de descubrir a una puerta secreta.

Con un puñado de ideas el director Zach Cregger logra ir estructurando su relato, que tiene mucho de esa mala suerte que podía sentirse en los exponentes del terror de la década del setenta: cosas malas que le sucede a personas buenas, como le ocurre a los adolescentes de The Texas chainsaw massacre (1974) -que caían a manos de una familia de psicópatas- o a Laurie Strode en Halloween (1978) -que era acosada por Michael Myers-. Indistintamente de la pesadilla que se abordara, aquellos eran terrores del azar, situaciones ante las que nada puede hacerse, ya que no media ninguna entidad superior que pueda salvarte. Asi las cosas, no dejaba de existir en aquellas un dejo de existencialismo: sos el producto de tus decisiones (las buenas y las malas). En este sentido es en donde Bárbaro conecta con ese terror tan inquietante: en las malas decisiones que cometen sus personajes, pero también el ambiente degradado, venido a menos (en este caso es un Detroit sucio y olvidado), que es el perfecto complemento para ese cruce entre las decisiones y la mala suerte.

Cregger vale de todos los componentes que mencionamos para ir construyendo durante el primer acto un clima de suspenso en donde apenas necesitamos a dos personajes, algo que nos retrotrae a más casos del terror canónico del pasado, en particular a aquella charla que tiene una tal Marion Crane con un tal Norman Bates antes de darse una ducha en un motel del camino en su huída. Cregger juega a tensar la cuerda, con plena conciencia hitchcockiana, y logra un crescendo de tensión que se vuelve insoportable…hasta llegar a un momento en que pega un giro (a partir de aquí se revelan detalle de la trama, asi que están avisados).

Casi todo cambia en Bárbaro cuando entra en escena Justin Long, quien interpreta a un actor que es acusado de abuso sexual por su compañera de elenco y comienza a ver cómo todo lo que está a su alrededor se desmorona. Al igual que Tess y Keith, esta eclipsado por la mala suerte, una que él mismo buscó con sus actos. Valga una aclaración: la decisión de castear a Long es muy inteligente debido a sus antecedentes en el género, desde Jeepers Creepers (2001), Arrástrame al infierno (2009) y Tusk (2014), películas en donde siempre interpreta a bonachones con mala suerte, pero al fin al cabo personajes nobles. Aquí Cregger juega, otra vez, con las expectativa de lo que pueda pasar con él y con la elección de sus actos: ¿se podrá redimir? En un principio pareciera que no, en particular por sus comentarios sexistas y por empatizar con el principal villano de esta película, interpretado por Richard Drake (conocido por trabajar en el cine de Rob Zombie, para sumar al juego de expectativas). Misma operación hace el director con Skarsgard, al que todos recordamos por su interpretación de Pennywise en las dos partes de It, y de quien no podemos esperar otra cosa que no sea un villano.

Si, claro que Bárbaro respira amor por el género en cada decisión formal y en cada una de sus estrategias narrativas. Pero lo suyo no es una enciclopedia ilustrada del conocimiento del género de punta a punta ni un señalamiento onanista por el género como si se tratara del Rick Dalton que protagonizaba Leonardo Di Caprio en Érase una vez en Hollywood, que se reconocía en la pantalla de la televisión diciendo “ese soy yo” (momento cristalizado en miles de memes hoy al día). Halloween, La masacre de Texas, Psicosis, pero también Te Sigue, Rec y varias otras citas directas e indirectas más se hacen presente. Y si bien Bárbaro construye su mundo en base a estas películasn lo que importa aquí es cómo la articulación de expectativas y la traición de las mismas, dependiendo el caso, nos va llevando de las narices sin que podamos hacer otra cosa que perseguir al relato.
No es casualidad nada de lo que propone Cregger, quien parece recordarnos que un acto del pasado puede quedar impregnado en un lugar y generar prole a futuro. Que la protagonista corte lazos con esta idea es, por lo tanto, una toma de posición que recuerda -salvando las distancias- al salto al vacío que hacia La cabaña del terror (2012), otra película hitchcockiana y manipuladora, en el mejor de los sentidos, que se construía sobre la base reflexiva de pensar al género y hacia dónde se dirige. Pero siempre con dos ojos: uno puesto en el pasado y otro en el futuro, uno adentro (de la narrativa) y otro afuera (en el espectador).

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