Bob Esponja: al rescate

Por Rodrigo Martín Seijas

Bob Esponja: al rescate (The SpongeBob Movie: Sponge on the Run)
EE.UU., 2020, 91′
Dirigida por Tim Hill
Con voces de Keanu Reeves, Danny Trejo, Snoop Dog

Las lecciones de la ciudad perdida

Se podrá decir -con bastante razón- que esta nueva película de Bob Esponja es la menos imaginativa y delirante de las tres estrenadas hasta el momento. También que eso se debe en buena medida al peso significativo de las lecciones de vida que se dan en el film, particularmente en sus minutos finales, donde hay un fuerte tono didáctico, casi aleccionador. Se podrá decir también que la narración se ve afectada por flashbacks puntuales destinados a allanar el camino para la serie (y precuela) Kamp Koral. Pero hay algo que en Bob Esponja: al rescate permanece intacto: el carisma de sus personajes, que genera en casi cualquier espectador una empatía inmediata.

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Ese carisma que despliegan Bob Esponja y sus amigos se sustenta en el cariño de los creadores por sus criaturas, amor que se aleja en buena medida de una autoconciencia canchera. Hay, sí, conciencia de que esa esponja de mar es un ser absurdo, casi imposible, pero hay también un proceso de comprensión e identificación con sus delirios. Esa relación con el protagonista puede resumirse en la siguiente frase que vierte Calamardo Tentáculos, su amargado vecino: “lo amo y lo odio. Es como un helado con sal, porque es dulce y súper molesto”. En esas palabras se pueden reconocer principios elementales de la tesis de la película: homenajear a su propia creación y encontrarle una explicación a su popularidad, a su condición de héroe improbable pero también usual y, al mismo tiempo, completamente inconsciente. 

Ese homenaje es también un proceso explícito de aceptación y utilización de un verosímil propio y distintivo, que permite a su vez construir la aventura que emprende Bob Esponja (acompañado por Patricio, por supuesto) para rescatar a su mascota, el caracol Snail. Aventura que será también un viaje con destino a La Ciudad Perdida de Atlantic City -nombre genial si los hay- y un proceso de aprendizaje, además de un típico camino del héroe. Aunque claro, no será tan típico, porque ahí es donde aparecerá la habitual deformidad de este universo animado, con cameos disruptivos e hilarantes de Danny Trejo y Snoop Dog, más Keanu Reeves en un rol más relevante dentro de la trama. Lo de este último prueba que ha llegado a una etapa de su carrera donde lo que menos hace es tomarse en serio, con lo cual se pliega a la perfección al espíritu de la película.

Bob Esponja

Si Bob Esponja: al rescate presenta una estructura narrativa más convencional y un derrotero más previsible, eso no implica que no respire una libertad estética y de puesta en escena cada vez más inusual en el espectro del cine norteamericano. Lo lúdico sigue siendo la perspectiva dominante, aún cuando el relato se torne un poco más solemne y se preocupe por vertir varias lecciones sobre la amistad, la lealtad y los vínculos afectivos. Quizás esa solemnidad tenga que ver con el tiempo recorrido: un show televisivo con más de veinte años encima, tres películas y una enorme (además de consistente) popularidad llevan casi inevitablemente a un proceso autorreflexivo, que se potencia a partir del reciente fallecimiento de uno de los creadores, Stephen Hillenburg.

Posiblemente el director Tim Hill, al plantear estos enigmas, pero también al otorgar respuestas contundentes, esté construyendo una especie de declaración de principios donde se entremezclan la certeza de que el paso del tiempo no es gratuito, que la adultez es un poco inevitable, pero que aún así la ingenuidad -en el mejor sentido posible- debe mantenerse y preservarse. Por eso, a su manera, el film nos dice que Bob Esponja, a pesar de que sus actos heroicos parecen ser una constante obra de la casualidad, es un héroe causal, explicado por sus actitudes y su ética. Una ética donde prevalece la dulzura, la entrega al otro y, por supuesto, el desquicio sin limitaciones. En tiempos cínicos, una esponja de mar nos sigue demostrando que otro mundo es posible.

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