Buenas noches, mami

Por Mariano Bizzio

Goodnight Mommy
EE.UU., 2022, 92′
Dirigida por Matt Sobel
Con Naomi Watts, Cameron Crovetti, Nicholas Crovetti, Crystal Lucas-Perry, Jeremy Bobb, Peter Hermann

Calido y frío

La reconocible frialdad del cine austríaco encontró en ese rasgo cultural (que por lo visto no podemos dejar de replicar a lo largo de los años) una estrategia para llevar adelante películas de terror que, por momentos, pueden ser intolerables, insoportables por el alejamiento que nos propone de los personajes. Pero también por su desconfianza de todo principio empático, algo que permite que algunas de las peores formas del terror nos resulten tolerables. Desde Angst (1983) al presente (aunque sospecho que debe haber una parva más a ser descubierta, pero me declaro poco especialista en el tema) he visto una infinidad de películas de terror austriaco (que comparte con el hardcore alemán, francés y japonés el podio por la perturbación) que siempre me dejaron un sabor amargo en la boca. En su momento, con el estreno en festivales de Goodnight Mommy allá por 2014, la experiencia fue gratificante: esa misma sensación de incomodidad reaparece aunque, claro, con un grado de estilización mayor. Una salvajada arty, para definirla un poco más técnicamente.

Por algún motivo que nada tiene que ver con los experimentos miméticos de Psicosis (Gus Van Sant, 1998) y Funny Games US (Michael Haneke, 2007) a alguien se le ocurrió que sería particularmente buena la idea de pensar una remake de Goodnight Mommy. Pero claro, esto no podía ser a cualquier costo. Por eso el plan fue apropiarse de buena parte de las ideas de la original (que recalaba en la innumerable serie de películas de terror con gemelos malditos a las que les proponía una vuelta de tuerca que recordaba en particular a El otro (Robert Mulligan, 1972)) para adaptarla al contexto americano, con otra idiosincrasia para los personajes, con otra composición del espacio aunque siempre en las afueras. El problema es si en efecto esa apropiación tiene su justificativo o el trabajo queda a medias. Y la realidad es que al encontrarnos con los intentos infructuosos de parte de Buenas Noches, Mami por parecerse a su antecesora, no hace más que alejarse de cualquier potencial perturbación. Como si girara en falso sobre su propia mímesis fallida, lo que hace esta versión dirigida por Matt Sobel se acerca mucho más a una imitación degradada, más ni siquiera consciente de su propia incapacidad catártica. Porque si algo no genera esta remake es cualquier cosa menos incomodidad, inquietud, rechazo. Por eso no se comprende cuál fue el plan y la programática: parecerse o diferenciarse?

Hacia su cierre, a años luz del rechazo que nos provocaba la última escena de Goodnight Mommy, Buenas noches, Mami entrega alguna suerte de redención que restituye algo del equilibrio perdido. Y ante esa escena nos preguntamos si la apropiación propuesta funciona como una gigantesca tomada de pelo, como si el original pudiera ser violado una y mil veces hasta que la tergiversación convirtiera al molde en un material lo suficientemente degradable como para seguir tomándolo como referencia impunemente a la vez que particularmente incomprendido, como si en su afán de adaptar la gelidez austríaca al territorio americano, Sobel se hubiera propuesto ponerle una bufanda al iceberg. Una curiosidad que se olvida fácilmente. 

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