Buitres, la cara salvaje del capitalismo

Por Mariano Bizzio

Argentina, 2021, 70′ 
Dirigida por Mariano Mucci 

La secta

  1. El cine de denuncia tiene una larga tradición. Ahora bien: cómo se llama, cómo se califica a la denuncia tardía que opera en función de un discurso de poder consolidado? O en todo caso: podemos hablar de denuncia cuando se encarna una voz que gobierna? No se trata, acaso, de propaganda política lisa y llana?
  2. Buitres, la cara salvaje del capitalismo construye un relato simplificado, impreciso, maniqueo, en donde la lógica de la circulación del capital forma parte de una danza paranoica de poderes concentrados antes que de agachadas y continuidades que atraviesan distintos gobiernos, incluso el que el documental defiende a partir de aquellos a los que les concede la voz argumentativa.
  3. Una de las estrategias para borronear la encarnación de la voz del gobierno actual es concederle la guía a Joe Goldman -periodista estadounidense de ABC news que conoce la Argentina y vive en nuestro país desde hace un par de décadas como mínimo-, ejercicio que supone una mirada “exterior”. De esa manera cualquier tentativa de señalamiento sobre el maniqueísmo del relato político que construye queda relativizada por la misma exterioridad de aquel que guía nuestra mirada dentro de la investigación.
  4. A esto se suma la prescindencia de las clásicas cabezas parlantes multiplicadas: solo se les proporciona la voz a quienes alientan una mirada propagandística del gobierno en funciones en el presente. El resto queda limitado a extracciones de testimonios televisivos, algo que también deja en evidencia el posicionamiento ético del director frente a los materiales: a los amigos, la voz; a cualquiera que pudiera plantear una disidencia al relato, la mediatización incapaz de plantear respuesta y complejizar o cuestionar la linealidad del relato.
  5. Es interesante el dato: se le concede la voz a un extranjero capaz de “observar con distancia” pero a su vez es un periodista que bien puede considerarse un ciudadano local. Ese carácter doble también define el juego discursivo de Buitres, la cara salvaje del capitalismo: decir pero no decir, afirmar, pero a la vez cuidar el lugar desde el cual se afirma. Goldman habla desde afuera y habla hacia adentro. Habla desde una presunta objetividad pero a su vez dirige sus dardos hacia los ciudadanos argentinos.
  6. En ese recorrido, el documental de Mucci no se aparta de una estética televisiva elemental. No solo desde la síntesis simplificadora del formato “informe” sino también desde las decisiones formales, acaso coherentes en su chatura con la poca complejidad con la que aborda el tema. Contrario a lo que se ha mencionado en diversos medios, lo que hace el documental no es convertir a un material complejo en algo entendible gracias a sus capacidades didácticas. No: lo de Buitres, la cara salvaje del capitalismo es didactismo puro y duro, es decir, construcción simplificada del material observado y síntesis redundante en torno a ideas preconcebidas que no emergen del mismo material.
  7. El documental no demuestra ni argumenta, en este caso, sino que narra y prosigue un camino en vías de convencernos de su simplificación. Precisa una relación religiosa: un credo y sus fieles. Curiosamente muchos colegas ingresan en el didactismo de la propuesta de Buitres, la cara salvaje del capitalismo al concederle voz y voto terminante a la selección de entrevistados que no hace más que reafirmar lo que ya estaba preestablecido. Se puede decir que todo documental de entrevistas en el fondo tiene el mismo horizonte? Quizás. Pero el disfraz expositivo del film de Mucci logró convencer a algunos varios que quizás ya estaban convencidos. Entonces quizás estemos ante eso que ha hecho siempre la propaganda: entregar un discurso para reafirmar a los convencidos antes que despertar la curiosidad de los desconocedores.
  8. Como contrapunto de los buitres que dan título a la película que recorre el camino de los inversores como Paul Singer -que se han caracterizado por la compra de deuda de países subdesarrollados para luego ir a juicio y ganar una cantidad cuantiosamente mayor a la invertida-, están también los personajes que encarnan el bien (Néstor y Cristina Fernandez de Kirchner, Axel Kicillof, Adrián Paenza, Martín Guzman, Gregg Palast, si, ud leyó bien). Esa suerte de maniqueísmo entre grandes corporaciones y gobiernos que se enfrentan a las mismas denodadamente no solo supone una lectura inocente y falaz, sino que también exhibe el pozo sin fondo del ridículo al que usualmente se entregan los documentales que son propaganda político-partidaria-gubernamental.

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