Cannes 2018 – Diario de festival (7)

Por Carlota Moseguí

Crónicas Canninas (VII)

Por Carlota Moseguí

El cine de Apichatpong Weerasethakul define la memoria como una ciencia inexacta; un instrumento subjetivo que los seres humanos utilizan para relacionarse con su pasado. Su magia reside en su maleabilidad; y su imprecisión la convierte en nuestro mayor tesoro. Las películas del maestro tailandés ilustran la diferencia entre un hecho ocurrido en sí mismo y su recuerdo. Dicho suceso es único e irrepetible. Mientras que su recuerdo no sólo es infinito, sino que nos será distinto cada vez que lo rememoramos. Pero, ¿es la memoria la única herramienta que nos permite experimentar el tiempo de manera no ortodoxa? Apichatpong está convencido de lo contrario. Los sueños y el cine también nos conceden el don de vivir el fluir del tiempo de forma más rápida, más lenta, o, por ejemplo, con mayor o menor intensidad.

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Mientras Apichatpong se exilia en la jungla colombiana para rodar su primera película fuera de Tailandia, en China ha aparecido su primer discípulo extraoficial. A sus veintinueve años, Bi Gan ha estrenado en la competición Un Certain Regard del Festival de Cannes una milagrosa investigación sobre los anti-límites de la memoria, el tiempo y los sueños, que, además, finaliza con el plano secuencia más virtuoso de la historia del cine. Long Day’s Journey Into Night es una suerte de sueño extendido, en el que la búsqueda obsesiva de una mujer del pasado ocasiona un estudio sobre el poder ilimitado de la memoria, experimentado en primera persona.

Luo Hongwu (Jue Huang) regresa a Kaili, su ciudad natal, tras el fallecimiento de su padre. Con el fin de esquivar el luto, el protagonista procura engañar a su propia mente recordando el amor de su vida que dejó atrás en estas tierras. Sin embargo, Luo Hongwu desconoce que entregarse a ese presunto parche psíquico será su perdición, dado que éste le proporcionará un detrimento mental mayor al peor de los lutos imaginables. La secuencia recordada del encuentro entre el joven Luo Hongwu y esa mujer llamada Wang Qiwen, que viste con una inolvidable prenda color verde esmeralda, podría pasar por una escena eliminada de Con ánimo de amar, de Wong Kar-wai. Asimismo, Bi Gan no esconde su admiración por el director hongkonés. Ni tampoco se privará de homenajear a los taiwaneses Tsai Ming-liang y Hou Hsiao-Hsien en su segunda ficción.

Tras la puesta en escena del primer cruce entre los dos amantes, Long Day’s Journey Into Night deviene un laberinto de capas de la memoria del protagonista, narradas por una voz en off situada en el presente, que imposibilitan distinguir qué secuencias son flashbacks, flashforwards, sueños, alucinaciones inventadas o recuerdos reales. Durante la primera parte del film Bi Gan nos invita a naufragar en dicho caos mental. A pesar de la anti-linealidad narrativa alcanzamos descifrar que su femme fatale Wang Qiwen era la novia del jefe de la mafia local; motivo por el que el protagonista tuvo que huir de Kaili. También desentrañamos tramas paralelas relacionadas con su difunto amigo Wildcat, la madre de éste, visitas a prisioneros en la cárcel, y una fotografía de una mujer desconocida que el padre de Luo Hongwu escondía detrás de un reloj. Pero todo esto es sólo un aperitivo. En realidad, Bi Gan nos ha estado preparando mentalmente para la verdadera película que se avecina.

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Pasados setenta y cinco minutos de metraje, Luo Hongwu entra en un cine para ver una película en 3D. El protagonista se queda dormido en la sala, y, nosotros, los espectadores, descubrimos estar atrapados dentro de su pesadilla. La hora restante de Long Day’s Journey Into Night corresponde a un único plano secuencia rodado en 3D, donde Bi Gan demuestra que los sueños funcionan con el mismo mecanismo mental que la memoria. Si en la primera parte de su largometraje Bi Gan teorizaba sobre la posibilidad de experimentar la circularidad del tiempo a través de la memoria, el segundo capítulo sostiene la misma tesis desde el mundo de los sueños. Por su parte, el ejercicio del 3D en este nuevo episodio sustituye el uso de los saltos temporales en el anterior. Según Bi Gan falsear la tercera dimensión en el cine es una cuestión de textura. En otras palabras, la profundidad de campo ganada nos permite relacionar esas imágenes con la estética de las pesadillas.

En esta prodigiosa toma final Luo Hongwu se paseará por una Kaili invadida por fantasmas durante la celebración del Año Nuevo Chino, reconociendo a Wang Qiwen en todas las mujeres que se crucen en su camino. Long Day’s Journey Into Night no es un neo-noir sobre un hombre atormentado por volver a ver a su amor platónico, sino un milagroso cúmulo de atmósferas y sensaciones que plasman la obsesión de cualquier ser humano por buscar y reencontrar su bien más preciado.

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