#DossierSuperheroes (VIII): Los viejos nuevos héroes

Por Federico Karstulovich

Una ePOPeya contemporánea

Por Federico Karstulovich

  1. Era el año 2001, un jueves a la mañana, cuando las priemras funciones comenzaban a las 10 o a las 11, recuerdo haber salido de una sala con un estado de lucidez que no te dan todas las películas. No, no salía de ver ningún ciclo prestigioso, ni de ver una de Greenaway ni de ver un Kiarostami (que en aquel entonces se había instalado como una moda circunstancial luego del éxito imprevisto de El sabor de la cereza, apenas un par de años antes), sino de la primer función de un jueves de estrenos. Acababa de ver Legalmente Rubia, película de Robert Lucketic, un director que luego se perdió en los vapores del tiempo. Esa película, sin ningún autor destacable detrás, tenía muchas más ideas que las que nosotros pudiéramos haber dado cuenta en ese momento, en un mundo en donde internet estaba en su etapa de despegue pero sin estimular el grado de conectividad que tenemos hoy.
  2. La película en la que Reese Witherspoon juega a ser una frat girl imbecil que va en busca de su amado en la universidad pero que a la larga se de cuenta que puede descuburirse a si misma era bastante más que esa premisa. En el momento del juicio, en el mometo específico del interrogatorio que da lugar a la resulución del caso, que es además el momento en el que la protagonista logra emanciparse de ese pasado de tradiciones conservadoras y de hombres con mujeres decorativas, en ese momento, se produce la mayor de las revoluciones de la película. Por qué? Porque el personaje se demuestra, demuestra a los demás y nos demuestra a nosotros que no hay saberes más o menos importantes, sino que los saberes suponen prácticas. Y las prácticas una pragmática. Y que la pragmática tiene mucho menos que ver con las intenciones y con el mundo conceptual que con la materalidad, con el día a día.1280 Thor The Dark Worldjpg E95982 121240 Ujfu
  3. Todo esto viene al caso de que en esa película el saber que revela, que abre, que permite liberar (literalmente) es lo que hace algunas décadas podríamos haber definido como un “saber inutil”. Y si algo hace el pop es mostrarnos que las cosas están mas interconectadas de lo que pensamos. Y que no hay saberes inútiles o útiles. Hay saberes y prácticas que liberan, que dan felicidad, que permiten pensar. Pero las interconexiones son vastas.
  4. Pensaba en Legalmente rubia cuando empecé a darle vueltas a esta nota, ya que me traía a una serie de hipótesis que tengo sobre este género, que posiblemente, con el paso del tiempo, se convierta en una anomalía sobre la cual los libros de historia hablaran. Estaba tentado de armar todo un gran sistema de cuadros comparativos para que viéramos (y uds leyeran) cuántos de los héroes de la(s) mitologia(s) clásica(s) estaban reapareciendo con otro nombre, disfrazados. Pero me dio la sensación que eso hubiera terminado funcionando comi una innecesaria cita de autoridad que ni el género de superhéroes ni la nota necesitaban. A su vez estaría traicionando el espíritu de este género popular, intentando hacerlo tolerable para una cultura docta o mejor dicho académica. Y no, para quien quiera ahí está internet y su información. Esto es otra cosa.
  5. Si la epopeya (al menos como una de las ramas de la épica dentro de los géneros literarios de la antigüedad clásica) es un sistema de mitos que construyen un relato de grandes hazañas, si son historias que dan cuenta de una fundación, lo que hace el cine de superhéroes es restituir, por otros medios y con otras armas, una epopeya doble: por un lado el retorno a los géneros continuos (es decir: géneros estables y con años de planificación previa, como lo eran los contratos por 6, 8 o más películas para ciertos actores asociados a ciertos géneros) del hollywood clásico a la vez que restituir el costado popular a las grandes narraciones míticas, pero desde una concepción desacademicista.Shazam Image 3
  6. Esto quiere decir que esta suerte de epopeyas modernas que son los relatos de superhéroes no cuentan otras cosa más que el nacimiento de su propia escritura, es decir, son epicas que narran el inicio de un mundo dentro de otro (el de los mitos del comic como forma de arte popular en el seno de una cultura como la occcidental, plagada de mitos fundantes y provenientes de la antigüedad). Por eso las epopeyas del cine de superhéroes no pueden ser más que artefactos, que como buenos exponentes de esa forma de práctica cultural, son autoreferenciales. Por eso cuando no son artefactos pop no funcionan (como los casos de las primeras dos partes de Thor, como la fallida El increíble Hulk…con Edward Norton…quién puedo pensar que eso podía terminar bien?) y se vuelven películas-isla. La epoeya contemporánea que supone el cine de superhéroes necesita altos niveles de conectividad. Con sus partes, con las que conforma una cosmogonía, pero también con nuestro mundo. El pop, como estética, es la amalgama que vincula. Todo esto tiene algo de celebración onanista, sin dudas. Y lo que tiene de vínculo y de disfrute también lo tiene de exclusivo (el artefacto pop que remite a los 80s en algún momento dejará de ser efectivo)…pero no lo es también aquel que pertenece a un grupo cerrado de adoradores de cierto intérprete de jazz o de cierto tipo de óperas? Bueno, es el mayor sinceramente (y el más aplastante) de que eso que llamamos consumos culturales también puede ser un refugio para nosotros. Y que cada vez tenemos menos que ver con su armado y más con su celebración.
  7. La ePOPeya (vamos a llamarla juguetonamente asi, que es más fácil) es, precisamente, el relato plebeyo de algo que en su versión tradicional quedó apegado a la cultura alta o por lo pronto a la cultura docta. Lo que hay aquí, expuesto de manera concisa en el género de superhéroes, es un proceso de democratización y de interlocución múltiple. La historia de las ePOPeyas demanda menos una competencia docta y si una competencia que reconozca las formas del arte popular con mayor o menor grado de laxitud. Básicamente: no hay que ser un especialista en ese mundo para disfrutarlas.
  8. El relato épico de grandes proporciones en donde los héroes, dioses y semidioses (no los de la antigüedad clásica, incorporados por Hollywood en el viejo género del Colossal, sino los de la ePOPeya) se baten en batalla es el modo que encontró Hollywood para reinstalar la épica en un contexto de enorme cinismo, distancia con las formas antiguas y su capacidad de interpelación. Hay, en esta revalorización, un canto o celebración del lenguaje colectivo, de un imaginario compartido, lo que por ende busca reconectar emocionalmente a los relatos de personas extraordinarias con personas ordinarias. Pero en vez de ser el imaginario de la fundación de una comunidad (como sucedía con la antigua epopeya) es el imaginario de lectura y de consumo del mundo POP. El cine de superhéroes no deja de fundar la propia escritura de su propio tiempo y la celebra.
  9. La revalorización de la epopeya permite a Hollywood, por primera vez en años, volver a preguntarse por la estabilidad del sistema de reparto de los viejos estudios. Si hay un imaginario mitico-literario recuperado, en términos de producción hay un imaginario productivo-comercial que sueña con una nueva edad dorada para los estudios, con grandes contratos extendidos en el tiempo, con actores casi dedicados a exclusividad y un público deseoso de la siguiente parte. Es el sueño oligopólico de la concentración económica, de los grandes eventos. Es un paso más allá de las sagas exitosas: es el sueño del control del mercado.30A
  10. Esto hace preguntarse, en definitiva, por tres cosas: por este tipo de género, por su inscripción en un sistema de producción que añora el pasado y por último, por el espectador de una época. Si hablamos del género no hay rasgo alguno de pureza en él. Muy por el contrario, es una licuadora de elementos, un sistema híbrido pero sostenido sobre la base de un género tan viejo y duro como el mundo como lo es la epopeya. Si hablamos de un sistema de producción hay vínculos, similitudes, parecidos con el Hollywood clásico. Si hablamos de un espectador es uno posmoderno, cosmopolita, con una alta competencia en cultura popular.
  11. Al mismo tiempo hablamos de un género que se comporta como un palimpsesto, que dispone marcas, tradiciones, formas de escritura y producción todas superpuestas entre si. Y decir esto no es otra cosa sino preguntarse por dónde estamos parados y qué clase de imaginarios fomentamos. Y en el marco de qué posibilidades existe una respuesta frente a estas tradiciones hegemónicas.
  12. El mainstream está tendiendo a parecerse cada vez más a si mismo y el cine de superhéroes está tendiendo cada vez más al evento y menos a la particularidad. Por eso estas películas manejan una doble tensión: por un lado un cine anonimo, de artesanos competentes pero a la vez sin identidad. Al mismo tiempo una serie de películas que parecen postergaciones para un evento mayor, que son los crossover, acaso el fenómeno que mejor define al género y a su época de apogeo. En ese contexto, todas las marcas de autor quedan cada vez más relegadas en pos de una escritura funcional e impersonalizada. ¿Está mal? No necesariamente, pero implica consecuencias que, posiblemente, deriven en un amesetamiento del género, a manos del cansancio, el agobio por la repetición de formulas, el abandono de los personajes en pos de hacer entrar cada vez más variables de consumo seguro y menos variables de riesgo.
  13. El sistema de películas-puente, películas-enlace, películas-crossover termina atentando contra el mismo género y quienes lo sostienen, que no son otros que sus mismos personajes. Y es que, a diferencia de la antigüedad clásica, cinismo mediante, lo que sostiene el imaginario del cine de superhéroes no es una relación sagrada con los relatos sino una relación secular y de consumo compartido. Ciertamente: no hay proyección empática de corte realista mimético (como en muchas de las épicas con base histórica), no hay un anclaje en los mitologemas de la antigüedad clásica (al menos no expresamente), no hay una relación socio-histórico-geográfica que determine a estos héroes como representantes de ninguna tradicion local. Son, por el contrario, heroes globales, anónimos, occidentales, homogeneos.Captain Marvel Costume Fan Poster Art
  14. Si lo único que queda, si lo único que vincula a ese público del género es el consumo compartido de un sistema de referencias (y en su extremo un conocimiento compartido de una especificidad de ghetto, por eso el estallido de este género tiene un centro neurálgico material, que es el de las Comic Cons), entonces el género no es otra cosa que una épica invertida, en donde los héroes, semidioses o dioses construyen un mundo que nosotros festejamos. Pero no es su mundo, sino el nuestro, el de nuestros gustos, prácticas, consumos, pero convertidos, aventura mediante, en un mundo mas grande que la vida. Esos personajes somos nosotros vinculándonos en la pantalla en un territorio común que en nuestro mundo real y práctico tiene fronteras cada vez menos definidas.
  15. En algún punto Ready Player One habla de esto: las experiencias sin experiencia de un mundo de intereses comunes. En esa fantasía de las no fronteras, del lenguaje común dado por el POP, en ese territorio de imposibilidades reales pero posibilidades virtuales, los dioses, semidioses y héroes son la única y factible realidad de comunión. El cine de superéroes se va convirtiendo en una gran red y vasta plataforma de intereses compartidos, en donde Iron Man no solo dice frases de una canción de Beyoncé sino que le gustan las películas que nos atravisean culturalmente (en su concepción más pop) como El club de los cinco.
  16. El imaginario de la ePOPeya es, finalmente, el de la secta, el de los fieles detrás de un culto común. Pero no hablamos de las sectas de lavado de cerebro, sino de las sectas de amores compartidos. La comunión y el encuentro se da en el santuario laico llamado cine, que de paso, nos gana con sus referencias a un pasado donde la cultura pop esra bastante más soficticada que la actual, no por nada es un cine que vuelve de una u otra forma a los 80s
  17. La ePOPeya es nuestro lugar en el que nos reconocemos como parte de algo. No suceden seguido esas cosas. Menos que menos en un mundo que hasta no hace mucho se burlaba de los superhéroes y hoy los considera un motivo de reunión entre pares, un motivo para constuir refugios en un universo que se se cae a pedazos, en el que no se puede confiar en nada ni nadie. Menos que menos en los dioses o los héroes del pasado. El sueño de la ePOPeya es el del retrofutirismo presente. Vivimos en presente lo que será pero que ya había sido.

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