#DossierSuperhéroes (X): Los (super)héroes no existen

Por Ignacio Balbuena

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Por Ignacio Balbuena

En The Avengers, la pelicula del 2012 de Joss Whedon, el Capitán America le dice a Tony Stark algo asi como ‘Un gran hombre en una armadura. Te sacás eso y que sos?. Stark responde ‘Genio, billonario, playboy, filantropo’. Aun sin las habilidades de súper soldado del Capitán o los poderes divinos de Thor, Tony Stark está lejos de ser un simple mortal. Tal vez por eso es mas fácil identificarse con héroes como Spiderman, héroes que tienen algo como ‘de barrio’ en su impronta. Peter Parker es un adolescente ingenuo, medio nerd pero muy inteligente, con una novia linda, y la habilidad de combatir el crimen haciendo piruetas en el aire. Un héroe amigable y del vecindario. No estaría mal ser Tony Stark o Bruce Wayne, pero estos héroes ademas de millonarios son personas bastante conflictuadas. Y se supone que la gracia de tener súper poderes es disfrutarlos. Volar sin la preocupación de que un súper villano nos baje de un plumazo. Veremos también que eso es imposible. Si en Los últimos Jedi Snoke señala que ante la aparición de la oscuridad aparece un igual en la luz, para los superhéroes es lo mismo. No hay héroe posible sin villano.

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Mas allá de sus aspectos arquetípicos y mitopoéticos, de sus ambiciones de realismo geopolítico, de sus personajes larger than life, la narrativa superheroica se puede reducir a un elemento sencillo, que es la fantasía de poder. La posibilidad de ejercer justicia vigilante a lo Punisher, o tal vez simplemente, la fantasía de tener poderes para usarlos en beneficio propio. Cuando tengo esta conversación con amigos, siempre terminamos diciendo cosas como ‘sería invisible para llevarme cosas de negocios, o colarme en recitales’ o ‘correría rápido para no tener que lidiar con el transporte publico’. Superhéroes al servicio de uno mismo, antes que al de la comunidad. Superhéroes sin la responsabilidad inculcada por el tío Ben en el ya clásico axioma que las películas nuevas de Marvel nos ahorraron. No se descarta, claro, la posibilidad de que algún individuo, motivado por sus circunstancias particulares, decida calzarse un traje y salga a patrullar las calles en busca de injusticias. Como el caso de Menganno, un ex-policia maltratado por su mujer que un día se harto y empezó a patrullar las calles de Aldo Bonzi con una moto, un escudo y un casco. Harto de la miseria personal en su hogar, y conmovido por asaltos y muertes en la tv. Así es la origin story de Menganno, sin secuestros en Irak con armaduras futuristas, ni portales interdimensionales, ni rayos gamma. Así, un poco tambien, es la historia de las tres películas que nos ocupan en esta nota, Kick-Ass, Super y Defendor. Tres peliculas lanzadas en la misma epoca (2010-2011), y que funcionan como ejemplos paradigmáticos de esta idea del superheroe ‘realista,’ o posible en el mundo real como lo conocemos nosotros, si se quiere (porque aun en su versión mas Michaelmanniana, el Batman de Nolan no entra en esta idea, es un mundo realista pero que no es el nuestro). Aunque como veremos, cada una de ellas tiene su propia cuota de irrealidad, o una construcción de mundo que responde a reglas propias y ajenas al del mundo real ‘real’. Dicho de otra forma, el mundo de Kick-Ass, Super y Defendor no es el mundo de Menganno en Aldo Bonzi. Nunca vamos a ver a ninguno de estos tres héroes tratando de sacarse el traje para mear en un baño de estación de tren en el conurbano bonaerense (o su equivalente americano).

Michaelrapaport

Curiosamente, la película mas emblemática de este pequeño subgénero (que tiene antecedentes en films como Special, del 2006, o sucesores en Chronicle, del 2012,, que también apuntaron a deconstruir el mito del superhéroe, aunque desde otros lugares), es Kick-Ass, que si bien plantea la existencia de un adolescente común que se hace la pregunta ‘cómo es que nadie ha intentado ser un superhéroe en el mundo real antes’, sitúa a sus personajes en un mundo de violencia estilizada al estilo de Kill Bill, con secuencias de acción de película de comic book pero rated R (algo que Deadpool recupera en el medio de sus frecuentes rupturas de la cuarta pared). Kick-Ass incluso rompe la convención principal del superhéroe realista, y finalmente tiene algo así como ‘poderes’: placas de metal que le dan resistencia, daño nervioso que lo hace inmune al dolor. Y ademas está el Big Daddy de Nic Cage (que es casi un personaje de historieta viviente) y la Hit Girl de Chloe Grace Moretz, héroes que también se alejan de las convenciones del realismo, al menos en un sentido físico, pero que plantean algunas cuestiones fundamentales a la hora de considerar la justicia vigilante ejercida en el mundo real. Una, el uso de la violencia letal, algo a lo que Kick-Ass se niega: la ley de ‘no matar’ es un mandamiento casi fundacional del canon superheroico Marvel-DC, y héroes como Batman y Superman suscriben a ella.

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Allí entonces reside uno de los realismos posibles de Kick-Ass, aun en su mundo inspirado e informado por los comics: para ser un superhéroe, hay que estar dispuesto a matar. La violencia de Kick-Ass es caricaturesca, pero sus consecuencias son las mismas que en el mundo real. Además de plantear la necesidad de que el héroe debe matar como principal subversión de las convenciones del heroísmo tradicional, el personaje de Big Daddy introduce también la idea del ejercicio de la justicia vigilante como el resultado de una obsesión patológica. Esto no es nuevo, claro, muchos héroes tienen el trauma y una carga psicológica pesada como motivadores de su heroísmo (los padres de Batman, la soledad ante la desaparicion de Krypton de Superman), pero en Kick-Ass podemos ver esa obsesión canalizada en un policía común, que arrastra a su propia hija a una vida de violencia de una forma naturalizada y de extremo profesionalismo. Para Kick-Ass es un juego. Postea un perfil en myspace, atiende reclamos y pretende resolver todo a bastonazos, pero su amateurismo lo lleva a ser apuñalado en su primer encuentro con el crimen. Eventualmente se multiplican los héroes y aparecen mas villanos enmascarados, situando a Kick-Ass en el centro de un universo con la violencia de Sin City y los colores del Batman de Adam West.

Con una sensibilidad igual de estilizada pero mas desquiciada está James Gunn, hoy a cargo de la franquicia espacial de Marvel los Guardianes de la Galaxia, pero que empezó su carrera con los reyes del cine Z, cine berreta Troma Entertainment. Super, su version del trope ‘superhéroe en el mundo real’, es una película muy extraña, con tanto de cine indie como de exploitation puro y duro todavía mas violenta que Kick-Ass, y varias veces mas grotesca. El Crimson Bolt de Rainn Wilson también esta motivado por una obsesión de inspiración mística pero absolutamente psicótica en su ejecución. El héroe de la película de Gunn se opone al narcotráfico del personaje de Kevin Bacon pero también a que las personas se adelanten en la fila para entrar al cine. Para Crimson Bolt todo es lo mismo, y al grito de ‘callate, crimen’, propina golpes sangrientos con una llave inglesa. Eventualmente, el personaje recurre a los comics como fuente de inspiración, buscando ejemplos de personajes que también combatan el crimen como él, sin poderes. Así recluta a la nerd mas sexualmente agresiva del fandom superheroico, que eventualmente se viste de calzas amarillas y verdes y sale a matar criminales empuñando unas garras como si de una wolverine histérica (por lo calentona y por como disfruta matar) se tratara. Si en Kick-Ass habia entusiasmo amateur por un lado, y disciplina y profesionalismo por el otro como extremos posibles del ejercicio de la profesion superheroica, en Super hay simplemente psicosis. Los ‘héroes’ de Super ejercen violencia sin miramientos y terminan sufriendo las consecuencias. El personaje de Ellen Page, la sidekick fanatica de los comics, termina con un disparo con media cabeza estallada. Crimson Bolt termina rescatando a su mujer, pero luego de asesinar a puñaladas a un villano desarmado, gritando que no hay que adelantarse en las filas ni vender drogas, justificando su uso discrecional de la fuerza física para obedecer a un código justiciero propio y arbitrario. El costado lúdico desaparece casi por completo en Super, que por momentos es una película hasta desagradable y de un tono que provoca lo contrario a lo que debería provocar un superhéroe, que es empatía e identificación. Si la violencia de Kick-Ass es estilizada, llena de volteretas y proezas de agilidad, en Super hay garrotazos en la cabeza, y un traje hecho con parches, que refleja una psiquis igual de rota y recauchutada.

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Defendor, con un Woody Harrelson siempre aportando una bienvenida cuota de corazón, se aleja del terreno mas comiquero-exploitation para acercarse mas a un costado que se pasa de realista para acercarse al de una oscuridad densa y abrumadora, un drama con una finísima superficie de comedia. El mundo de Defendor es uno de policías corruptos y prostitutas adictas, y aquí la obsesión patológica se reemplaza directamente por el delirio de alguien con problemas psiquiátricos. No es que los protagonistas de las otras dos películas sean ejemplos de estabilidad mental, pero de las tres, y en el genero superheroico en general, Defendor es uno de los pocos ejemplos que tratan la voluntad superheroica como un delirio producto de una discapacidad intelectual. Mucho mas que en las otras, que encuentran tanto en la construcción de mundo o en el tono su principal atractivo, en Defendor es la performance de Woody Harrelson lo que funciona como centro, como un faro luminoso en medio de un desfile de situaciones que dejan un gusto amargo de tan sombrías. Y aunque por momentos es patético en su performance como superhéroe, no deja de ser un personaje noble, distante de la violencia psicótica de Super, o de las ambiciones de chamuyo o de gloria comiquera de Kick-Ass. Es también el único de estos héroes que verdaderamente se sacrifica por su causa, demostrando acaso que mas importante que la persecución de las obsesiones propias, el verdadero heroísmo es lograr que las vidas de otros mejoren, aun con la propia como costo. Tal vez es la mas dura de las tres, finalmente, por sugerir que en un mundo de miseria y sufrimiento solo un débil mental puede ser un héroe.

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