#DossierTerrorPP: una introducción arqueológica

Por Federico Karstulovich

Desenterrar los huesos

Por Federico Karstulovich

Siempre que nos proponemos hacer un dossier, en la revista aparece una condición: que a nosotros como lectores nos sorprenda lo que leemos y escribimos, es decir, abandonar el automatismo. Cuando se trata de abordar géneros tan visitados, tan analizados, escritos y sobre escritos, el desafío termina siendo doble. Porque en plan de no repetir cosas nos vemos obligados a investigar el doble o el triple. Así las cosas, lo que tuvo un punto de partida tímido terminará convertido en una extensa serie de notas que tienen un punto en común, que es precisamente el que nos evita caer en los lugares comunes de todo dossier que se precie de analizar a un género tan canónico. Es así que no nos propusimos un dossier exhaustivo sobre clásicos, pero tampoco un dossier sobre exponentes contemporáneos. No: nos propusimos salir del canon y preguntarnos como lectores, antes que como críticos, sobre qué cosas nos gustaría leer, qué datos nuevos descubrir, por dónde indagar nuevas vías de entrada a un género que amamos pero sobre el que es difícil decir cosas nuevas. Y entendimos que para lograr ese movimiento novedoso había que redescubrirlo. Y para redescubrimientos nada mejor que la arqueología, que nos obliga a olvidarnos de lo que sabemos y nos lleva a volver a ver con nuevos ojos, repensando todo lo que creíamos saber.

El dossier que comienza con esta introducción, entonces, será un dossier arqueológico sobre el cine de terror. No se esperen una lista de las mejores películas de terror de la historia ni ideas novedosas sobre exponentes inoxidables del género. No va por ahí. Este dossier se propone pensar arqueológicamente el pasado y el presente del género. A su vez que les propondrá una periodización alternativa al canon. De ahí que el ingreso a cada uno de los segmentos no busque agotar ideas, sino abrir nuevos surcos, nuevos caminos, con entradas vitalizantes.

Como no podía ser de otro modo, comenzamos con una nota minuciosa sobre los viejos horrores del período pre-clásico, pero nos proponemos abordar el asunto con otros fines, que eviten caer en la historia oficial y los antecedentes previsibles. De ahí que, en esa arqueología, en los inicios encontramos entradas alternativas, dadas por películas que por fuera del género anticiparon movimientos que sucederían varias décadas después. Pero esa vía de entrada continuará con una construcción alternativa al período clásico por excelencia; por eso indagaremos la relación entre los eslabones perdidos de cierto terror industrial, pero a la vez intolerable para los cánones de la época y la relación que estos horrores supieron establecer con la subversión del cine clase B, que, adelantado a su tiempo, logró ganarle las espaldas al terror canónico de los estudios.

Posteriormente, ingresaremos en la diversificación: por un lado, metiéndonos con el cine de terror japonés y con sus fantasmas plagados de melancolía y espanto elusivo, pero también ingresando el terreno de los terrores desbordantes del horror ibérico, con un terror exuberante proveniente de España e Italia. Pero dentro de esa rama de postclasicismo, también hablaremos de las maravillas del terror pagano inglés, acaso una de las tradiciones más inquietantes y escondidas pero que ha sabido entregar películas excepcionales. Como también excepcional es el cine de terror sobrenatural australiano, acaso una de las cinematografías que ha sabido entender el género como una suma de salvajadas que no dan respiro. En el medio, volveremos a los italianos y a las salvajadas cruentas del Mondo pero también del Rape & Revenge como derivaciones de un género sin límites.

Ya hacia la década del 80 nos preguntaremos por la influencia de la cultura del VHS y cierta estética berreta y cómo esto no hizo otra cosa más que acabar lentamente con los códigos neoclásicos de los 70s. Al mismo tiempo, como ramalazo final, como coletazo de los salvajes 70s, revisamos el hardcore europeo y asiático de los 90s, acaso el último límite tolerable de un género que, con la saga Saw y Hostel haría del morbo un espectáculo deplorable, desvirtuando ese escenario de novedades para una década problemática para el cine de terror en general. Ya mucho más cerca de la contemporaneidad, nos preguntamos acerca de las derivas del terror post-Scream, es decir, un terror hipermetalingüístico y planteamos qué posibilidades supo encontrar el género para reinventarse, entre ellas gracias a el terror documental como una de sus vías de supervivencia. Y, como cierre, nos planteamos qué queda del terror actual, cuál es la incidencia del cine independiente en la estética contemporánea (o, en todo caso, si es posible hablar de una transformación estilizada). El cierre se propone una idea no demasiado alentadora: que quizás estemos ingresando en un terreno en donde el género termine por ser apropiado por creadores ajenos, convirtiéndolo en algo menos salvaje y subversivo de lo que alguna vez fue: ¿es el terror la nueva estrella del mundo arty de los festivales de cine?

Esto, estimados lectores, es apenas el comienzo de un largo camino. Entren, porque todo este trabajo es pura y exclusivamente para ustedes. Y sí, al final del camino los esperará una larga lista con muchas películas que quizás desconozcan, contemporáneas y no tanto. Al fin y al cabo, los arqueólogos hacen eso: desentierran huesos para que otros los disfruten. La parte polvorienta nos tocó a nosotros. Esperemos que los hallazgos no formen parte de ningún museo, que es lo peor que puede pasarle a las películas.

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