Duro de cuidar 2

Por Rodrigo Martín Seijas

Hitman’s Wife’s Bodyguard
EE.UU., 2021, 100′
Dirigida por Patrick Hughes
Con Ryan Reynolds, Samuel L. Jackson, Salma Hayek, Antonio Banderas, Morgan Freeman, Frank Grillo, Tom Hopper, Richard E. Grant, Gabriella Wright, Caroline Goodall, Tomi May, Bekka Bowling, Enzo Squillino Jr., Kristofer Kamiyasu, Adrian Fekete, Stewart Alexander, Giulio Berruti, Blake Ritson, Brian Caspe, Kate Nichols, Dragan Micanovic, Kateryna Globa, Ivo Arakov

Las virtudes de romper todo

La primera entrega de Duro de cuidar había sido una agradable sorpresa: una película de acción despreocupada y volcada decididamente a la comedia, que explotaba muy bien la química entre Ryan Reynolds y Samuel L. Jackson, más el aporte de Salma Hayek. Patrick Hughes, que se había mostrado muy atado por el concepto en la tercera parte de Los indestructibles, se permitía allí dejarse llevar por la propuesta, combinando moldes de forma previsible y a la vez efectiva. Cine de fórmula, aunque en el buen sentido, Duro de cuidar mostraba que sabía cómo narrar y, lo más importante, cómo narrarlo.

Sin embargo, lo de Duro de cuidar 2 -traducción que queda ridícula teniendo en cuenta lo que propone la trama- es distinto, por más que en la superficie luzca como una secuela repetitiva que le saca más jugo a los sucesos de la primera entrega. Y es distinta a partir de sus rasgos imprevisibles, o más bien, de sus libertades. No hay una búsqueda deliberada por sorprender, sino más bien un dejarse llevar por cualquier idea que se le cruce por la cabeza a cada una de las partes involucradas: desde Hughes, Reynolds, Jackson y Hayek, hasta los guionistas Tom O´Connor, Phillip Murphy y Brandon Murphy, pasando incluso por actores de reparto como Frank Grillo. Duro de cuidar 2 es una muestra cabal de lo que implica un verdadero trabajo en equipo, ese que logra fusionar ideas que podrían chocar en un todo fluido y consistente. 

Esa fluidez y consistencia no implica como consecuencia la ausencia de disparate: todo lo contrario, el parámetro que guía a la película consiste en redoblar la apuesta de forma constante, en desafiar cualquier clase de verosímil con cada secuencia que se va sucediendo. Si hay algo que tiene claro el film desde el principio es que el argumento es una mera excusa y que la idea es romper con todo, sin preocuparse por ninguna norma de corrección política, genérica, estilística o narrativa. Y eso le da toda la soltura necesaria para ser, entre otras cosas, una película muy femenina, pero no porque se ocupe de remarcar la importancia del rol de la mujer. No, lo es porque pone en primer plano al personaje de Hayek, que hace todas las locuras posibles, arrasando con todo a su paso y sin condicionamientos de ningún tipo. En Duro de cuidar 2 todo estalla desde la comedia y la acción, pero también desde el potencial de cada personaje, con chistes perfectos y escenas que trabajan la fisicidad al máximo.

En muchos aspectos, Duro de cuidar 2 nos recuerda al cine de acción de los noventa, ese de films como El último boy scout, Código Flecha Rota, Duro de matar 3, Contracara o Arma mortal 4. Ese que mostraba una cristalización y autoconsciencia de formas y métodos y que por ende podíamos ver como repetitivo y calculado. Ese que quizás subestimamos en los momentos de sus lanzamientos y que ahora empezamos a extrañar, porque lo vemos mucho más libre de lo que creíamos en su momento. Duro de cuidar 2 no necesita homenajearlo de forma explícita o referenciarlo con pleitesía, como sí le pasaba a Hughes con Los indestructibles 3. En cambio, aprende las lecciones justas y necesarias, las incorpora a su andamiaje y deja que la imaginación haga el resto. Esa imaginación, esa vocación por la inventiva en cada plano, la convierte en una anomalía total dentro del panorama que ofrece el mainstream. 

¿Puede Duro de cuidar 2 -o más bien, la saga de Duro de cuidar– sentar aunque sea un pequeño precedente para pasar de ser una anomalía, una excepción a la regla? Es dudoso, teniendo en cuenta la recepción crítica y de público de esta secuela. Mientras tanto, por lo menos tenemos un objeto alegre y despreocupado, un ejemplo concreto de cómo construir belleza desde la anarquía audiovisual. Por más que suene exagerado, Duro de cuidar 2 es un film bello, que cuida a su espectador, al que hace feliz a cada minuto.

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